Cine y modernidad, fascinación y parodia

Ezequiel Hilbert

lunes, 24 de julio de 2017  |   


El cine y la arquitectura moderna crecieron juntos durante el siglo XX, y aunque no se puede hablar de dependencia, vale decir que su mutua influencia tiene más capítulos de los que podría enumerar en este artículo. Sin embargo hubo momentos que fueron particularmente fructíferos para esa relación, como la década del '20 o el final de los años '50. 

EpigrafeEn los '20 la diferencia entre el cine de experimentación y el de entretenimiento era menos clara, artistas y cineastas fascinados por el cubismo y las vanguardias le dieron a la arquitectura un rol protagónico en algunas películas, como es el caso de Marcel L'Herbier y su trabajo con Robert Mallet-Stevens para los decorados de la controversial película L’inhumaine, de 1924, en la que el director quería presentar (a veces en desmedro de la historia y de su inconmovible protagonista Georgette Leblanc) una “miscelánea del arte moderno.” En este film, que sería proyectado en la famosa Exposition des Arts Decoratifs de 1925, Mallet-Stevens diseña con gran libertad, (conjugando el cubismo con el neoplasticismo y el Art Deco) la locación principal y sus decorados. ¿Podríamos medir qué impacto tuvo en la carrera de Robert este trabajo de juventud, o cuán influyente fue su proyección entre los arquitectos europeos? En principio Man Ray demostró gran interés por Mallet-Stevens al pensar un film cuya trama gira en torno a su primer obra: la Villa Noailles, en Les Mystères du Château de Dé (Los misterios del castillo de dados, 1929) la casona de la famosa condesa tiene tal protagonismo que por momentos parece un exhaustivo registro de sus dependencias. 

Dos años antes en Alemania, con la mentada Metrópolis, la colaboración había alcanzado su primer clímax, poniendo la arquitectura al servicio de un fuerte mensaje (ideado por la mujer de Fritz Lang, Thea Von Harbou): el intermediario entre el capital (el cerebro) y los trabajadores (la mano) debe ser el corazón. Fritz diría luego sobre el film que amó hacerlo pero lo odió al terminarlo: no creía en la tesis de Thea.

Metrópolis, de Fritz Lang (1927)

Dijo Giulio Argán en su curso de Tucumán: “Ya no debemos más buscar cómo está constituído realmente el espacio… sino que debemos investigar cómo se constituye en nosotros una visión y una imagen del espacio.” El cine opera sobre la percepción del espacio a partir de lo que simboliza, y su evolución se retroalimenta con la modernidad arquitectónica porque ésta le permite representar conceptos narrativos muy utilizados en los argumentos, diferenciando lo nuevo de lo viejo, expresando audacia, juventud, vértigo, progreso, las ideas motrices de muchas historias en aquel período. En el campo del cine documental fue la década en la que surgieron las dos tendencias insoslayables del género: Flaherty vs. Vertov, una relatando la realidad a través de una puesta en escena de sí misma (Nanook, Moana) y otra que la absorbe en su totalidad y devuelve una selección, una edición. Especialmente en la obra de Vertov el espacio moderno y su obsesión por las geometrías están muy presentes.

The FountainheadEn torno a los '50, en otra posguerra (casualmente o no), la idea de modernidad tuvo un auge con el aceleramiento del desarrollo tecnológico. En paralelo a las primeras computadoras y los más variados electrodomésticos, el cine y la publicidad asentaron en la sociedad occidental un concepto de “espacio moderno” que la arquitectura venía madurando desde fines del XIX a través de su persistente cuestionamiento al clasicismo. En este período, aunque la dualidad se daba entre el enaltecimiento y la crítica, la arquitectura moderna llegó a ser el objeto principal de muchas tramas, iniciando la saga con The fountainhead (El manantial, 1949) en el que un arquitecto se debate entre el neo-clasicismo que demanda el mercado y la nueva arquitectura. En el cine de Alfred Hitchcock, que también se desarrolló con el siglo XX, se lee un concepto moderno y dinámico del espacio, a pesar de que la arquitectura de sus locaciones no fuera especialmente contemporánea, hasta que demuestra su admiración por Wright en la casa que construyó para el decorado de North by northwest (Intriga internacional, 1959). La idea original era que sea un diseño del mismo Frank Lloyd, pero como se les iba de presupuesto optaron por una versión casi idéntica a la casa que Wright hizo para George Sturges en 1939.

Si bien en principio el desafío de este artículo fue escribir sobre la relación entre cine y arquitectura moderna sin hablar de Jacques Tati, omitirlo es imposible porque, en su parodia de la vida moderna (Mon Oncle, 1958), Tati, reaccionando a la popularización de este estilo, pone en escena una arquitectura moderna bastardeada por el consumo, la despesonalización y el esnobismo. Con esto se erigió en representante de la resistencia a la automatización y la tecnología: sus prejuicios quedan claros al declarar que “las líneas geométricas no producen gente agradable.”

Me pregunto entonces, ¿cuánto habrá influido en los arquitectos de la época?


  Trailer Mon Oncle (Mi tío, 1958)