Croquiseros urbanos

martes, 21 de marzo de 2017  |   

Los Croquiseros de Buenos Aires, y de las otras ciudades, al enterarnos que en Barcelona unos ciudadanos entusiastas dibujaban su sitio, con la pasión de dibujar y la de conocerse mejor a sí mismos. Nos gustó tanto la idea que la replicamos en Buenos Aires, hace ya unos cuantos años. Solo que, como americanos, imaginamos una movida democrática, abierta como nuestros paisajes y dispuesta a todos los vientos.

Nuestro deseo fue que la mayoría se exprese y pueda crecer como persona: no hubo ni hay un afán de selección o competencia, pues estamos convencidos que el camino al desarrollo general viene por el compartir y dar a todos el mismo lugar. Eso estimula más la participación en grupo: para nosotros, buscar siempre los mejores no ayuda a nadie.

De allí el éxito inmediato: vimos asombrados como rápi­damente, de la primera salida histórica a La Boca homenajeando a Quinquela Martin, donde fuimos 14 mosqueteros, llegamos en menos de un año a ser 400, que en cada salida no bajábamos de 60 ó 70 y hasta a veces 100 croquiseros inquietos, dispuestos a descubrir los tesoros de su ciudad, a registrarlos con un dibujo inteligente, analítico, reflexivo; poco hay de pintoresquismo entre nosotros.

Así, aprendemos del ayer muchas lecciones del urbanismo y la arquitectura de otros tiempos, que iluminan el hoy para nuestro rol de arquitectos y/o ciudadanos: la mayoría venimos de arquitectura pero felizmente hay otras procedencias: hay una psicóloga, una pintora, una escritora, o simplemente chicos, hijos o nietos de alguno de nosotros.

Esta es otra característica: el grupo contiene todas las eda­des, hasta 70 años o más, pero al sentarse a registrar todos se sienten jóvenes, libres para volar. Allí reside la felicidad que esta actividad propone: tener alas para comprender, pues esta salidas son verdaderamente educativas.

Tenemos un grupo organizador que es el que va seleccio­nando y verificando los sitios a visitar, y vela por la mejor orientación del conjunto. Cada salida consiste en el en­cuentro de amigos, las dos horas y media de registros, para terminar con una muestra improvisada, con un picnic, que permita el dialogo y el intercambio. Todos estamos conven­cidos que lo más valioso es este sentimiento de fraternidad, sin competencias, y siempre positivo que se da al final de cada jornada. La sensación de pertenencia a un grupo, los códigos en común, el compañerismo: creemos que esto no solo le hace bien a la matrícula, también al tejido social. Los croquiseros somos vitaminas de salud ante tanta mala onda y el sálvese quien pueda.

Gracias a este entusiasmo vitalizador es que hemos con­tagiado a casi todas las capitales del país, a Montevideo y alguna otra ciudad latinoamericana; y recientemente hemos devuelto a la madre patria: la estupenda propuesta generando los croquiseros de Madrid.

Podría contar que nadie se quiere perder ninguna salida, y si por algún compromiso personal falta, suele verse en la semana algunos croquiseros dibujando el sitio al que no se pudo ir, para no perderse la participación de todas las salidas.

Cada sábado , es pues un encuentro esperado, para encon­trar a los amigos, inetercambiar, crecer, aprender, compar­tir, disfrutar, y porque no encontrar algún amor también.

Ilustracion tapa de nota: Silvia Poveda