Modificar los códigos

Augusto Penedo

miércoles, 22 de marzo de 2017  |   

Las modificaciones al código de planeamiento y de la edificación deben ser una oportunidad que habrá que aprovechar.

El mundo está cambiando, o quizás ha cambiado ya, y aun no nos dimos cuenta… Igual, a veces pareciera que el mundo está muy lejos. Nuestra ciudad también está cambiando, y de eso no podemos dejar de darnos cuenta. Buenos Aires, pese a lo que se creía, ha vuelto a crecer desde el censo de 2010 a razón de 60.000 personas por año, de las cuales, el 50% de manera informal, son datos de la Encuesta Anual de Hogares. Y seguro que será algo que se sosten­drá en el tiempo; e incluso el crecimiento pueda ser más elevado. La ciudad de Londres se mantuvo durante 80 años sin crecer su población, ahora, nadie sabe bien por qué, está explotando; las cosas no siempre tienen explicaciones racionales, aunque las podemos intuir. Las ciudades dan más oportunidades, se vive mejor.

De acuerdo con datos del Plan Estratégico Territorial (PET) de la Subsecretaria de Planificación Territorial de la Inversión Pública (2015), las ciudades en la Argentina también crecen, pero crecen extendiéndose; como resultado de ello la densidad disminuye, en algunos casos hasta el 50%. Esto es un crecimiento ineficiente. Es despilfarro.

Buenos Aires es un caso singular. No se puede extender, está confinada por la Avenida General Paz, el Riachuelo y el Río de la Plata. Su problemática es otra y no está contemplada en lo que en general son las políticas del hábitat oficia­les. Por otra parte, la densidad es un tema hoy muy presente en el mundo. La ciudad será densa, y ése es el desafío… La ciudad densa es más eficiente, más igualitaria, más segura, más sustentable. Habrá que ir pensando en promover y mejorar la radicación de población, que seguro será la condición primera, enca­rando el tema de una vivienda más ajustada y más accesible económicamente, algo que siempre ha sido deficitario en la Ciudad de Buenos Aires.

Buenos Aires es una ciudad infrautilizada; basta observar muchos de sus barrios, y especialmente las áreas más postergadas: al sur de la avenida Independencia y su prolongación hacia el suroeste. El mercado irá rápidamen­te dando alternativas a otros sectores de la ciudad, y habrá que favorecerlo, pero posiblemente en estos barrios habrá que pensar soluciones novedosas, e impulsarlas como nuevas políticas públicas.

Y seguramente, cuando se venzan los prejuicios y se con­soliden estas nuevas soluciones, se convertirán sin duda también en objetivos del mercado. En las villas de emergen­cia hay real estate, o no?

Buenos Aires también cuenta con un parque edificado en condiciones de recupero muy importante. El PET identifica para Buenos Aires un porcentaje significativo de parque edi­licio apto para ser recuperado. Basta recorrer algunas áreas de la ciudad y descubrir que allí se podría empezar a pensar e intentar recuperar el equilibrio entre una vida social digna y la estructura física existente: identificando aquellos edi­ficios que pudieran incluir todas las actividades necesarias para regenerar una vida de calidad: vivienda, servicios, educación, salud, trabajo, cultura, esparcimiento, etc.

Se empezará por la idea de rehabilitación, que no solo quiera decir restaurar, hay que aprovechar para ir a más, sí apuntar a la mejora física, pero también adecuarlo a nue­vas necesidades. Para todo esto, será necesario empezar por revisar normas que tienen que ver con la densidad, la edificabilidad y los usos; flexibilizar algunas, modificar otras, e incluso eliminar unas cuantas. Reflexionar y hacer formulaciones sobre nuevas tipologías de vivienda. Habrá que encarar los temas con criterios innovadores, despren­diéndose de prejuicios y de paradigmas hoy antiguos, y que en el caso de Buenos Aires, lo único que han conseguido, es que una parte importante del crecimiento sea espontáneo e informal, y la mayoría de las veces indigno e injusto.

Ejemplo de ello sería revisar las Normas de Habitabili­dad: las dimensiones mínimas, quizás algunas de las Normas de accesibilidad. Ciudades como Montevideo o Nueva York sería interesante que fueran tomadas como referencia: el New York Times ha hecho hace un par de años un concurso, para promover unos tipos de vivien­das flexibles en 24m2, con el objeto de poder hacerlas accesibles a sectores importantes de su población de clase media; se completan este año. En Montevideo la vivienda mínima es de 25m2 y los monoambientes de 19,40m2. Los baños tienen lado mínimo de 1,20m2, con ducha, la bañera es opcional (sección 3.4, de los locales, una modificación Ordenanza 7210/01), de la normativa general de edificación.

Sí se deberían mantener las exigencias de ventilación e iluminación. Pero eso también traerá aparejada la necesi­dad de revisión de las dimensiones de patios, el concepto de espacio urbano, etc.

Y también revisar el Código de Planeamiento Urbano, como por ejemplo alentar el desarrollo de distritos como R2b1 y R2b2, o considerar el potencial de los distritos E. Y muchos más, que seguro resultarán de la revisión del Código.

Otro tema de interés: el espacio público, como elemento motor de las transformaciones de áreas de la ciudad.

Hoy las ciudades crecen; la población mundial tiende a ser urbana. ¿Por qué? Porque las ciudades dan más oportuni­dades para trabajar, para educarse, para tener mejor acceso a la salud, a la cultura, en definitiva, para vivir mejor. Y estos crecimientos son aluvionales, muy dinámicos, y probable­mente sean diferentes, diversos y difícilmente haya manera de fijar un patrón.

Lo que se debe perseguir es que la ciudad crezca de manera lo más igualitaria que se pueda, también que sea democrá­tica y de ser posible sustentable, esto es que no comprome­ta recursos naturales, físicos y medio ambientales que les compliquen la vida a las generaciones futuras.

Posiblemente habrá que hacer algunos esfuerzos por tratar de pensar la ciudad desde lugares menos convencionales, o al menos plantearse la posibilidad de buscar ideas que anticipen los problemas del porvenir. En definitiva, de lo que se tratará, es de convocar inteligencia para tener alterna­tivas de diseños y proyectos, para analizar y poder adoptar políticas de transformación.

Hoy se piensa que la ciudad será densa, más eficiente, más igualitaria y más sustentable, pero se complica un poco, por­que a su vez, parece seguro que globalmente se iniciará un periodo donde lo característico será la escasez. Es curioso cómo estos temas surgen desde Nueva York, Tokyo, Buenos Aires, o Mumbay. En algunos casos, la escasez es de suelo, de espacio, en otros, como en el nuestro, es de recursos, y en otros, la combinación de ambos.

Habrá que buscar soluciones fuera de lo convencional a és­tos y a otros problemas nuevos que seguro surgirán, y habrá que buscarlas utilizando la inteligencia y la imaginación, dos valores a los cuales debemos darles una oportunidad. Y en eso los arquitectos y urbanistas algo deberemos aportar.