Eléctrico, compartido, autónomo y ¿sostenible?

Rodrigo Rodríguez Tornquist

jueves, 10 de mayo de 2018  |   

La movilidad de bienes y personas es una función básica de la sociedad y su actividad genera impactos de diverso signo y escala, incidiendo sobre el desarrollo y su sostenibilidad. A su vez, la agenda del desarrollo sostenible, en plena evolución, requiere de la adopción de abordajes innovadores que integren objetivos de diversas políticas de manera balanceada. La sostenibilidad del transporte, así como la relación de éste con el desarrollo sostenible, son temas de creciente relevancia en un momento de formulación de políticas para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sumado a un imperativo global en materia de acción climática que desafía profundamente la agenda urbana y de la movilidad, motivando el paso a un nuevo paradigma. Sin dudas, es necesario repensar la relación entre los asentamientos urbanos y el ambiente, pero principalmente, el eje de la agenda de la sostenibilidad debe ser la mejora de la calidad de vida del ser humano.

La adopción de este nuevo enfoque requiere un esfuerzo inédito de coordinación interinstitucional, de mejora del conocimiento del sector, de innovación en la formulación de políticas, de creación de capacidades y de generación de condiciones para un salto tecnológico de gran magnitud en un período de tiempo acotado.

En materia tecnológica, tres tendencias se destacan en el sector del transporte: la motorización eléctrica, la economía colaborativa y los vehículos autónomos, potenciadas a su vez por el uso de Big Data[1], quizás la herramienta más innovadora para el planeamiento y gestión del sector. Si bien los plazos para su adopción plena en el sistema de transporte metropolitano corresponden al campo de la futurología, existen algunos conceptos que conviene considerar de manera temprana.

La innovación tecnológica conlleva una mejora en los sistemas de transporte, y sus implicancias en términos de espacio y desarrollo territorial suelen ser relevantes. La motorización eléctrica resulta quizás el principal salto disruptivo del sector desde la adopción del motor de combustión interna en la posguerra. Otro desarrollo relacionado es la potencial automatización extendida de los vehículos, incluidos aquellos para el transporte de bienes: esto afectará tanto a la forma en que se organizarán estos vehículos como a la industria de la logística en general, y será necesario regularlos para preservar la seguridad y el empleo del sector. 

La llegada de las plataformas de economía colaborativa de transporte es una realidad y ha tomado a muchos por sorpresa, brindando una lección que conviene atender. Con estrategias agresivas de desembarco en las ciudades de la región, las respuestas han sido dispares (adopción plena en México, prohibición total en la Argentina), pero el denominador común parecería ser la escasez de debate y estudios que evalúen el impacto de estas plataformas en la movilidad general y en el servicio de transporte público individual en particular.

La toma de decisiones en el sistema de transporte puede generar divisiones y debates profundos. La implicancia del desarrollo de estas innovaciones puede ser de enorme relevancia para contribuir con la agenda del desarrollo sostenible, pero puede afectar principalmente el empleo del sector, además de otros aspectos que hacen a la calidad de vida humana en las ciudades. Los impactos de las decisiones dependerán en gran parte del nivel de reflexión que haya sobre estas tendencias, y la sostenibilidad de su desarrollo del nivel de consenso que se genere sobre las mismas. 


[1] Big data. Grandes datos o grandes volúmenes de datos. Término que describe cualquier cantidad voluminosa de datos estructurados, semiestructurados y no estructurados que tienen el potencial de ser extraídos para obtener información.