¿Qué es innovar en tecnología y ser sustentable pero tradicional, aquí y ahora?

Marta Yajnes

jueves, 20 de diciembre de 2018  |   

Tanto en el Centro Experimental de la Producción CEP, que dirige el arquitecto Levinton, espacio al que pertenezco en la FADU-UBA desde su creación, como en el Instituto de Arquitectura con el arquitecto Busnelli, en UNSAM, donde hago investigación en el marco de la maestría en Gestión Ambiental Metropolitana, dentro del Proyecto Atlas de Residuos Industriales de San Martín[1], entiendo a la innovación tecnológica como un hecho vinculado a la sustentabilidad respetando tradiciones constructivas locales.

En todos los casos estudiamos primero teóricamente, para luego pasar a diferentes etapas de ensayo y experimentación, cómo incluir distintos residuos en mezclas cementicias y en productos, para darles una segunda vida, convirtiéndolos en recursos. Tomamos la sustentabilidad desde sus diferentes dimensiones, no solo la del ambiente, sino también la social y la económica, la gobernanza escapa a nuestro campo de acción.

En relación al ambiente proponemos una gestión integral de residuos, de obra e industriales, evitando enterrar o procesar vía incineración, residuos aptos para su reutilización, como lo son tanto los cascotes y el poliestireno expandido como diferentes telas provenientes de las industrias textiles y plásticas. Al mismo tiempo, y siguiendo con la dimensión ambiental, proponemos productos que aporten a la calidad de la envolvente.

Entre nuestras metas en la dimensión social se destacan por un lado tanto la de generar trabajo o ampliar capacidades laborales como mejorar la autoestima de las personas que pueden habitar en viviendas con mayor confort y terminadas en forma personalizada, ya que las mezclas pueden adquirir colores y materiales superficiales ad hoc.

En la dimensión económica, si bien hay una reducción de inversión al utilizar materiales recuperados, en cuanto al desarrollo de procesos productivos aún tenemos un camino a recorrer para mejorar la rentabilidad de los micro-emprendimientos.

Los desarrollos en universidades públicas, como lo son la UBA y la UNSAM, conllevan desafíos relacionados con la disponibilidad de todo tipo de recursos, pero cuentan con la fortaleza de tener un capital humano siempre dispuesto a resolverlos. Sin embargo el camino es más largo de lo querido y lo necesario, ya que contar con mejores fondos y vinculaciones podría otorgar un gran impulso a la concreción de estas iniciativas.

Entre los diferentes proyectos que llevamos adelante, planteamos soluciones para el desarrollo de nuevo hábitat, por un lado, y para mejora del existente, por el otro, dado que hay un importante parque construido que no satisface las condiciones de confort, ya sea en la vivienda formal como en la informal. En estos tiempos de “sinceramiento” de tarifas de servicios tanto de gas como eléctricos, y los aún altos costos de las energías renovables, contar con una envolvente eficiente se ha transformado en una urgencia tanto como mejorar las habilidades laborales de la población en función de los alarmantes índices de desempleo y recesión. Creemos que éstas son verdaderas exigencias contemporáneas.

Como casos testigo, ya contamos con varias aplicaciones de productos. Por un lado se utilizaron ladrillones de cerramiento con inclusión de triturados de cascote y poliestireno expandido, en lo que llevamos el tema sustentable un paso más allá, dado que utilizamos residuos generados en las propias demoliciones, de forma de evitar el movimiento de dichos materiales para luego comprar otros nuevos. En este caso contamos con la posibilidad de fabricarlos a medida sin agregar cortes innecesarios que pudieran causar contaminación del aire en el entorno de cada obra.

Una de las aplicaciones tuvo lugar en 2015, en la fachada de un edificio de viviendas de baja altura en la calle Olaya 1548, en la ciudad de Buenos Aires, con proyecto y dirección del Estudio Kozak, destacado por la aplicación de criterios de sustentabilidad ambiental. En este caso se llevó adelante una capacitación desde el equipo técnico CEP en la propia obra, donde también se fabricaron los bloques que fueron sometidos a diferentes ensayos en laboratorios del INTI. El caso de estudio fue presentado en varios congresos científicos en forma conjunta por los proyectistas y los equipos del CEP y del CIHE (Centro de Investigación de Hábitat y Energía) que analizó a través de la arquitecta Mühlmann la aplicación de criterios citados.

En otras viviendas se emplearon placas de muro y cielorraso, así como paneles divisorios, en papel cemento, fabricados con bolsas de papel de cemento, cal y adhesivos recuperadas de obras, desarrollados por la arquitecta Caruso[2].

Acerca de cuál sería la razón de la vigencia en Argentina de la llamada “construcción tradicional” frente a otros sistemas mucho más difundidos en otras latitudes, me surgen varios enfoques. Por un lado creo que hay un contexto local donde el cliente promedio está acostumbrado y es proclive a aceptar propuestas constructivas que le resulten familiares, que le den la seguridad justamente de la tradición y experiencia previa de profesionales y gremios que trabajarán en su obra. Por otro lado es mucho más sencillo adaptarse a “nuevas” tecnologías como profesional que como constructor, lo que implica tener mano de obra calificada y con la experiencia realizada anteriormente. Creo que estos dos puntos son los que sostienen la forma de construcción tradicional más allá del tema económico financiero que puede variar según la coyuntura y destreza en la búsqueda.

Luego me pregunto desde una óptica de actor diferente: ¿sería correcto cambiar abruptamente de una forma de construir a otra? ¿Qué pasaría con la mano de obra calificada tradicional? ¿Se podría capacitar en las nuevas tecnologías? ¿Qué universo se podría alcanzar? ¿Es una meta posible a corto plazo? Creo que la universidad pública podría tomar las riendas en este aspecto, al menos con la capacitación de constructores, enriqueciendo las alianzas existentes con las empresas proveedoras de los sistemas industrializados, que incluyan por otro lado seguimiento de los equipos formados complementando las tareas de difusión y ejercitación que ya llevan adelante las propias empresas.

Con respecto a la construcción tradicional, ¿podríamos proponernos innovar en tecnología y ser sustentables? En nuestra visión sí, podríamos, y la forma de llevarlo adelante es mitigando el impacto de la construcción a través de la reincorporación de sus propios residuos, lo que implica previamente una estricta separación en origen, un cuidadoso trabajo de diseño para el desarrollo de los materiales fabricados y una especial dedicación a la capacitación de la mano de obra, acompañando su adaptación a los cambios planteados por el paradigma de la sostenibilidad medioambiental. Sería esperable por otra parte, que desde la gestión pública se alienten estas que consideramos buenas prácticas ambientales en forma concreta, así como el desarrollo y empleo de certificaciones edilicias que contemplen estas acciones y sean accesibles en todos los tipos de obras. 


[1] Proyecto Atlas de Residuos Industriales de San Martín. Directores: Drs Dadon y Kozak; coordinación arquitecto Busnelli. 
[2] Estos trabajos pueden llevarse a cabo solo en equipos interdisciplinarios, agradezco a los integrantes de ambos equipos, en especial a las arquitectas Susana Caruso y Lucia Tosi y al ingeniero en materiales Abraham Becerra por la pasión y seriedad con que encaran cada paso. La arquitecta Caruso está a cargo de un proyecto denominado PIA, Proyecto de Investigación avanzada TRP 08, justamente TRP hace referencia a Tecnología en Relación Proyectual, sobre el uso de residuos celulósicos y de fibras naturales; y la arquitecta Tosi de un proyecto de mejora de envolvente con el que obtuvo su cargo de investigación por concurso. Los desarrollos citados, llevados adelante en el mencionado CEP, se insertan en los proyectos Ubacyt 2014-2017 y 2017-2020 que dirijo, obtenidos también por concurso. Todos nuestros proyectos admiten alumnos pasantes de formación con crédito académico para estudiantes de todas las carreras de la FADU-UBA equivalentes a una materia optativa. Al mismo tiempo están abiertos a la comunidad en el modelo de pasantías de investigación al que pueden asistir interesados en la temática independientemente de su procedencia.