La arquitectura y el urbanismo, ¿curan o enferman?

Rita Comando

viernes, 24 de mayo de 2024  |   

La relación entre arquitectura, urbanismo y salud es profunda y multifacética, impactando en el bienestar de las personas a través de diversos factores ambientales, sociales y psicológicos. 

Cabe destacar que la salud es una condición fundamental para el desarrollo y la vida de los seres humanos. En su definición más sencilla, se puede entender como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no simplemente como la ausencia de enfermedad o afecciones físicas.

Por ello, luego de la pandemia, la Unión Internacional de Arquitectos (Union Internationale des Architectes-UIA) declaró al 2022 el Año del Diseño para la Salud de la UIA. En julio de 2021 durante la Asamblea General de la UIA, hubo un apoyo casi unánime a una propuesta para declarar 2022 como el Año del Diseño para la Salud. Esto reconoció la alta prioridad del diseño para la salud en nuestro mundo actual y reflejó la responsabilidad universal entre los arquitectos de crear entornos que respeten esa alta prioridad. 

Desde el campo de la arquitectura hospitalaria hace tiempo que se aplica la relación entre arquitectura y salud, tomando como base el análisis y teorías desarrollados desde la teoría de la Gestalt, la biophilia y la neuroarquitectura.

La interesante perspectiva de la teoría de la Gestalt se centra en cómo percibimos y organizamos la información visual en patrones significativos y coherentes. Ha establecido principios fundamentales para que el diseño arquitectónico pueda contribuir a crear entornos saludables y agradables para las personas, considerando cómo percibimos y respondemos a los espacios visuales y su organización.

En el contexto de la arquitectura y el diseño de espacios, la teoría de la Gestalt se aplica de varias maneras para promover la salud y el bienestar:

  • En la organización espacial, sugiere que tendemos a percibir los elementos visuales como parte de un todo coherente. En arquitectura, esto significa diseñar espacios de manera que se perciban como integrados y funcionales, lo que puede aumentar la comodidad y la facilidad de uso para los usuarios.
  • La fluidez visual implica cómo percibimos la fluidez y la continuidad en las formas y líneas. En arquitectura, esto se puede aplicar para crear espacios que faciliten el movimiento natural de las personas, evitando barreras visuales o físicas que puedan causar incomodidad o estrés.
  • La jerarquía visual, se trata de cómo percibimos y organizamos la información visual en niveles de importancia. En el diseño arquitectónico, esto se traduce en crear espacios donde los elementos más relevantes (como áreas de descanso, puntos de interacción social o vistas panorámicas) se destaquen y sean fácilmente identificables.
  • El equilibrio y simetría consideran la importancia del equilibrio y la simetría en la percepción visual. En arquitectura, esto puede aplicarse para crear espacios armónicos y equilibrados que promuevan una sensación de calma y orden, lo que puede tener efectos positivos en la salud mental.

Otra perspectiva es la biophilia, un enfoque que se refiere al vínculo innato que los seres humanos tenemos con la naturaleza y los elementos naturales. En el diseño arquitectónico y urbanístico se trata de integrar elementos como luz natural, vistas al aire libre, vegetación, agua y materiales naturales que pueden mejorar significativamente el bienestar y la salud de las personas. Varios estudios han demostrado que estar en entornos biofílicos puede reducir el estrés, aumentar la concentración y la creatividad, y promover una sensación general de bienestar.

Cuando se aplica a la arquitectura y el diseño urbano, esto implica integrar elementos naturales en los espacios construidos para mejorar la salud física y mental de las personas. Algunas formas en las que la biofilia influye en la arquitectura saludable son:

  • La integración de la naturaleza. Incorporar vegetación, agua, luz y materiales naturales en el diseño arquitectónico puede tener beneficios significativos para la salud. Por ejemplo, tener áreas verdes dentro de edificios o comunidades urbanas puede mejorar la calidad del aire, reducir el estrés y fomentar la conexión con la naturaleza.
  • Las vistas y acceso a la naturaleza. Diseñar espacios de manera que permitan vistas al aire libre y acceso a entornos naturales como parques, jardines o cuerpos de agua puede mejorar el estado de ánimo, la concentración y la sensación de bienestar de las personas que utilizan esos espacios.
  • Los beneficios terapéuticos. Algunos diseños arquitectónicos se centran específicamente en los entornos naturales para aprovechar los beneficios para la curación y el bienestar de pacientes en entornos de atención médica.

Por otro lado, la neuroarquitectura se centra en comprender cómo el entorno construido afecta la actividad cerebral y el comportamiento humano. Esto implica considerar aspectos como la iluminación, la acústica, la distribución del espacio, los colores y la ergonomía, para crear ambientes que favorezcan la salud mental y física de las personas. Por ejemplo, diseñar espacios con luz natural adecuada, evitar ruidos molestos y crear áreas de descanso confortables contribuyen a reducir la ansiedad, mejorar el estado de ánimo y aumentar la productividad. El objetivo es crear entornos que promuevan el bienestar mental, la concentración y la creatividad, al tiempo que reducen la fatiga y el estrés. Algunos aspectos clave de la neuroarquitectura en relación con la arquitectura y la salud son:

  • El impacto en el estado de ánimo. Esto implica considerar cómo diferentes elementos arquitectónicos, como la iluminación, los colores, la distribución del espacio y la ergonomía, influyen en el estado de ánimo de las personas. Por ejemplo, la luz natural adecuada y el uso de colores cálidos pueden promover sentimientos de calma y felicidad, mientras que una mala iluminación o colores fríos pueden generar estrés o incomodidad.
  • La estimulación cognitiva y el rendimiento mental pueden ser influidos por el diseño arquitectónico. Espacios bien diseñados que fomentan la interacción social, la concentración y la creatividad suelen tener un impacto positivo en la salud mental y en la capacidad de las personas para realizar tareas cognitivas.
  • La reducción del estrés y la ansiedad buscando crear entornos mediante el diseño de espacios que ofrezcan vistas agradables, acceso a la naturaleza, áreas de descanso confortables y una buena calidad del aire y la acústica. 
  • La adaptación a las necesidades individuales y preferencias de las personas, donde los espacios deben ser flexibles y adaptables para satisfacer las necesidades de diferentes usuarios, incluyendo aspectos como la accesibilidad para personas con discapacidades.

Desde el campo del diseño, la correspondencia entre arquitectura y salud se establece en conceptos como el diseño bioclimático, que busca optimizar el confort térmico y la eficiencia energética de los edificios utilizando estrategias pasivas, como la orientación, la ventilación natural y el uso de materiales adecuados. Estas prácticas contribuyen a crear ambientes interiores saludables y a reducir la huella ambiental de las construcciones.

Los ejes que desde el diseño se tienen en cuenta son:

1. Calidad del aire interior:

  • Utilización de materiales de construcción no tóxicos y sistemas de ventilación adecuados.
  • Diseño que maximiza la entrada de luz natural, lo que también mejora el estado de ánimo y la productividad.

2. Iluminación y vistas:

  • Diseño que permite la entrada de luz natural y vistas al exterior, lo cual mejoran el bienestar mental.
  • Iluminación adecuada para diferentes actividades y horarios, ajustándose a los ritmos circadianos.

3. Ergonomía y confort:

  • Diseño de espacios y mobiliario que promuevan posturas saludables y reduzcan el riesgo de lesiones.
  • Incorporación de áreas de descanso y espacios que promuevan la relajación y el confort.

4. Accesibilidad:

  • Diseño inclusivo que garantiza el acceso para personas con discapacidades.
  • Espacios que promuevan la igualdad y el uso universal.

Sobre la relación entre urbanismo y salud, el tema ya fue planteado por el movimiento higienista del siglo XIX y principios del siglo XX. En 1961 Jane Jacobs retoma el concepto en su libro The Death and Life of Great American Cities cuando escribe “El diseño urbano que incluye calles bien iluminadas, espacios públicos seguros y accesibles, y viviendas de calidad puede mejorar la seguridad y fomentar la cohesión social. Estos factores son esenciales para crear comunidades saludables y resilientes”.

Los puntos más destacados en este binomio establecidos por los especialistas son:

1. Espacios verdes y recreativos:

  • Creación de parques, jardines y espacios abiertos que promuevan la actividad física y la interacción social.
  • Incorporación de elementos naturales que mejoren la calidad del aire y reduzcan el estrés.

2. Transporte y movilidad:

  • Diseño de redes de transporte público eficientes y accesibles.
  • Fomento de la movilidad activa, como caminar y andar en bicicleta, mediante la creación de rutas seguras y atractivas.

3. Seguridad y bienestar:

  • Planificación urbana que incluya iluminación adecuada y seguridad en el diseño de calles y espacios públicos.
  • Creación de comunidades con un diseño que promueva la cohesión social y el sentido de comunidad.

4. Acceso a servicios:

  • Planificación que garantice el acceso a servicios esenciales como atención médica, educación, y comercios.
  • Diseño de barrios que promuevan la proximidad y el fácil acceso a estos servicios.

Atento a todo lo expuesto podríamos establecer que la intersección entre arquitectura, urbanismo y salud se basa en tres líneas.

  • El diseño centrado en el usuario, que implica la integración de las necesidades y preferencias de los usuarios en el diseño de edificios y espacios urbanos, donde la comunidad participa en el proceso de diseño y planificación.
  • La sostenibilidad, que implica la utilización de prácticas de construcción sostenible que reduzcan el impacto ambiental y promuevan la salud a largo plazo y el diseño de ciudades resilientes que puedan adaptarse a cambios ambientales y sociales.
  • La promoción de la salud mental, mediante el diseño de espacios que fomenten el bienestar emocional con la creación de entornos tranquilos y estimulantes y la incorporación de elementos que promuevan la conexión con la naturaleza y la interacción social.

En resumen, una planificación y diseño cuidadosos en arquitectura y urbanismo pueden crear entornos que no solo previenen enfermedades, sino que también promueven una vida saludable y un bienestar integral para las personas y las comunidades.

A la pregunta si la arquitectura y el urbanismo curan, deberíamos pensar mejor que no enfermen. En el contexto actual, en el cual la construcción y el desarrollo urbano han contribuido y son parte responsables del cambio climático, nuestra responsabilidad como profesionales de la arquitectura y el urbanismo, es valorizar el papel crucial cuando diseñamos espacios de la importancia de la promoción de la salud, favoreciendo hábitos saludables, reduciendo los riesgos ambientales y mejorando la calidad de vida de las personas que viven, trabajan y se recrean en ellos.

 

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