¿Cuánto valen las cosas?

Ricardo Blinder

martes, 1 de septiembre de 2020  |   

La estabilidad de la moneda tiene una influencia muy importante en el desarrollo de cualquier sociedad organizada. Su valor en relación a otras divisas y con los bienes susceptibles de intercambio depende fundamentalmente de la confianza que generan aquellas personas que tienen capacidad de decisión en la estrategia política de un país.

De la serie Miradas suprematistas, Catalinas Norte, Buenos Aires. Foto: Enrique Talenton, 2018Sin embargo, la historia dice que con el paso del tiempo a la moneda nacional hubo que agregarle trece ceros hasta llegar al peso de hoy. Si estuviera vigente aún el peso moneda nacional (m$n), necesitaríamos más de 30 billones para comprar un dólar y si extendiéramos esos billetes en el suelo a razón de 100 billetes por m2, ocuparíamos la totalidad de las superficies de las provincias de Córdoba y Santa Fe, solamente para comprar un dólar. 

¿Cuánto vale un televisor hoy? Depende del día que vas a comprarlo, de qué tarjeta tenés, si estás suscripto a un diario o te bajaste una aplicación… las diferencias son abrumadoras. En ese contexto, los arquitectos prestamos un servicio y recibimos una remuneración a cambio, pero después de casi treinta y cinco años de profesión y de pasar distintas situaciones económicas sigo lleno de preguntas acerca de qué modalidad utilizar para cobrar los servicios de proyecto y dirección de obras. Las opciones son:

  1. Porcentaje del costo de obra
    Durante mucho tiempo tratamos de escaparle; es un activador de la desconfianza desde su raíz: cuanto más se gasta más se gana. Además, genera una doble discusión, primero para determinarlo y segundo sobre qué es lo que incluye o excluye el costo de obra. Sí, ya sé que el CPAU tiene una opinión al respecto, pero la realidad es que muchos no pagan sobre el IVA, los asesores, servicios, derechos, etc., y hay muchos más gastos en una obra que no está claro si corresponde cobrar sobre ellos. Ni hablar de la competencia con los estudios grandes que pasan porcentajes bajísimos con tal de mantener su estructura.

  2. Monto Fijo
    Si el encargo es corto, allana muchos problemas. Si el encargo es largo, en nuestros contextos económicos es un suicidio para el profesional. 

  3. Metro cuadrado
    Es una buena alternativa, sobre todo cuando no está muy claro el tamaño del encargo. Consiste en poner un valor por m2, y una vez terminado se verifica el total de metros y se multiplican por ese valor.

  4. Tiempo 
    Esta es más aplicable en Suiza que en Argentina, culturalmente no está muy aceptada.

Entonces, una vez definida la modalidad hay que definir la moneda: ¿peso o dólar? Sigo lleno de preguntas…

  • Si elegís el peso, seguro que el dólar se va por las nubes;

  • Si elegís el dólar seguro que se queda planchado y los costos en pesos no paran de subir;

  • Si elegís el peso y lo actualizas con el índice CAC, seguramente es porque comés cemento o podés pagar el colegio con barras de hierro;

  • Si elegís el dólar, no lleva actualización, y si se plancha perdiste, y si se dispara aparece el dólar celeste y el esfuerzo compartido. 

La irrupción de reiteradas crisis económicas hace repensar el accionar de los arquitectos. Lo que es seguro es que siempre nos encuentran desfasados: vale una anécdota:

A mediados de agosto del año pasado fuimos a recorrer una escuela privada que creció en forma bastante desordenada y presentaba nuevas necesidades: ese tipo de encargos que nos gustan a los arquitectos, donde hay que relevar-analizar-diagnosticar-proponer en un estadio preliminar. Elegimos cobrar honorarios por monto fijo (200.000), elegimos la moneda (pesos) y entonces la crisis nos encontró: en ese momento el dólar saltó de 40 a 60 pesos, o sea que unos días antes eran u$s 5.000, que no está mal para una escuela, y bruscamente se convirtieron en u$s 3.300. Entonces sacamos pecho y mantuvimos el valor: presentamos un escrito con la propuesta de servicios profesionales bien detallada y la respuesta fue… «Riki, ¿Doscientas lucas?». Yo sigo lleno de preguntas…

Mientras tanto, en nuestro país los arquitectos no accedemos a las políticas públicas de arquitectura, los desarrolladores concentran los trabajos en 2 o 3 estudios grandes, los concursos son escasos y los programas culturales, institucionales, deportivos, etc., aparecen por cuentagotas. Y de repente, como un rayo, la pandemia nos golpea la cabeza.