Pandemia
Bárbara Berson
La pandemia puso sobre la mesa varios de los temas que tienen que ver con nuestra profesión. Pareciera que fue necesario afrontar este apocalipsis para reflexionar sobre la forma en que habitamos, trabajamos y nos comunicamos.
La salud de nuestro planeta está en jaque. Los recursos que creíamos eran capaces de regenerarse, hoy no lo están logrando a causa del nivel de consumo que estamos experimentando.
Es hora de repensar la ocupación y organización territorial de nuestro país. También las ciudades deben encontrar otros modos de gestionar el uso del suelo, los recursos naturales y la cadena de abastecimiento.
Durante varios meses de pandemia, el espacio público nos fue prohibido y las ciudades quedaron vacías. La política y la economía permanecieron liberadas mientras nosotros/as nos mantuvimos en el encierro.
Se evidencia nuevamente el déficit habitacional que padece nuestra sociedad cuando se nos pidió que nos quedemos en casa. Gran cantidad de familias que habitan en viviendas exiguas tuvieron que permanecer en esos pocos metros cuadrados las veinticuatro horas del día.
En estos tiempos de aislamiento, salió a relucir la importancia de los espacios de expansión en las viviendas, redefiniendo su uso. Estos ámbitos se convirtieron en lugares de recreación, de estudio y de trabajo. De esta forma comenzamos a hacer una nueva lectura sobre los espacios que habitamos.
Al mismo tiempo, en el universo de lo cotidiano, descubrimos «las pequeñas alegrías», frase que da título al libro de Marc Augé, aquella felicidad instantánea que nos permite superar la incertidumbre, la soledad, y encontrar en lo simple un nuevo camino.