Un libro | 4 3 2 1
Andrés Ferrari
Cuando me invitaron a hacer un comentario sobre un libro, el primero que recordé fue 4, 3, 2, 1 de Paul Auster. Seguramente sea porque es uno de los últimos que leí, o tal vez no.
En esta novela, Auster nos presenta cuatro historias alternativas de un mismo personaje. No cualquier momento de la historia personal, sino aquel en el que se define nuestra identidad. Ese que va desde un poco antes de nuestro nacimiento hasta el momento en el que ponemos un pie en el mundo adulto. El protagonista, Archie Ferguson, es siempre el mismo, pero en cada una de las cuatro tramas las relaciones con las personas con las que comparte este viaje de formación cambian, porque al igual que él, ellos también son definidos una y otra vez por sus circunstancias. La familia, y más que la familia en sí, la manera en que la madre resuelve el vínculo con sus orígenes, con el padre de Ferguson, el amor o su profesión. Los amigos, casi siempre los mismos, pero en cada una aparecen en momentos diversos y de manera fortuita, iguales a sí mismos pero distintos cada vez. El amor y el sexo, a veces feliz y otras confuso, imposible o inexistente. Y también sus formas de habitar el barrio, la ciudad y la historia son diferentes cada vez. La manera en que nombra los capítulos (1.1, 1.2, 1.3, 1.4, 2.1, 2.2…) da cuenta de una forma de ir entretejiendo y contrastado estos mundos diferentes en los que, si bien el protagonista es esencialmente el mismo, la identidad emergente en cada uno de ellos es otra. A medida que avanzaba en la lectura me resultaba imposible no reconocer mi propia identidad como resultado del azar. Cuando le compartí esta revelación a un viejo amigo afecto al tango, me dijo: «Yo ya te lo había dicho pibe, lo importante en esta vida son la vieja, los muchachos, las minas y el barrio». Paul Auster Ficha técnica |