Un deporte extremo | Entrevista a Verónica López
Laura Chertkoff
«Nunca imaginé que la obra me iba a apasionar así»
Como jefa de obra para una constructora, Verónica López cuenta que, en algún momento, los varones la pasaron por alto, y reconoce que hay trabajo para las mujeres, pero los que firman los planos son los hombres. «Una vez arquitecta, siempre arquitecta», se define.
Comenzó como cadista y sobrestante mientras estudiaba Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad, Verónica López trabaja en cuatro obras en simultáneo: en dos de ellas se dedica a Proyecto y Dirección y en otras dos es jefa de obra para una empresa constructora. La nota se centra en sus tareas en la jefatura en las que, acorde a los tiempos que corren, la distribución de roles entre varones y mujeres está en transición hacia una situación más igualitaria. Una charla sobre amoladoras, tereré y la construcción de los equipos de trabajo.
¿Cómo es un día en tu profesión?
Cuando soy jefa de obra, mi función es llevar a cabo el plano de otra persona. Yo estoy en la obra con «los muchachos» ejecutando ese proyecto; de alguna manera, soy un nexo. Porque hay que coordinar con el arquitecto para que tenga los planos a tiempo, para saber qué comprar. Y coordinar con los inversores para que paguen a tiempo, para que los proveedores entreguen a término y los gremios puedan trabajar. Si se atrasa todo no es negocio para nadie.
Hay que tener muchos temas en la cabeza. Y muy diversos.
Mi función es resolver problemas. Cuando voy caminando por la obra me tiran encima todos los temas: «no llegó el cemento», «se rompió la máquina». Yo no hago nada físicamente, pero tengo que asegurarme de que esté todo, desde los clavos hasta el último elemento de terminación. ¡Pero todo el stress desaparece cuando llega el asado del viernes!
¿De qué manera se aplica lo aprendido académicamente en el trabajo de todos los días?
En la obra se pone en práctica todo lo que se aprende en la carrera. Pero la verdad es que la facultad me quedó corta, me arrepiento de no haber prestado más atención a materias técnicas como Instalaciones o Construcciones. De todos modos, en la obra se termina aprendiendo todo lo que falta.
¿Y cuáles son esas otras cosas que se aprenden en la obra?
De a poco, fui entendiendo cómo trabaja cada rubro, cuáles son los tiempos de cada uno, cómo se mide el esfuerzo, cómo se paga, cuáles son los riesgos que tiene cada uno. Incluso, cuáles son los momentos de descanso. Me ha pasado que en el rubro del hormigón me he encontrado casi siempre con trabajadores paraguayos. Ellos cortan la actividad, que es bastante pesada, dos veces por día y durante 15 minutos se toman unos tererés bien fríos. Tuve que aprender que ese es un espacio para respetar y acostumbrarme a tomar también. Porque, de ese modo, se generan los vínculos.
¿Es difícil ser mujer en una obra?
Mi experiencia en general fue muy satisfactoria. Nunca nadie me dijo nada, pero estoy segura de que deben haber pensado «¿por qué no está en la oficina?». Creo que muchos estudios todavía tienen ese concepto de que las mujeres se quedan dibujando planos y los varones van a la obra. Con los que más conflicto pude haber tenido en algún momento fue con otros arquitectos, porque llegaban a la obra y se iban a hablar directo con el capataz, ignorando mi puesto. Pero yo no soy de las que se dejan pasar por arriba.
¿Y cómo es la aceptación de los distintos gremios?
Me llevo muy, pero muy bien con todos sin importar el gremio. Son muy respetuosos y no tienen problema con que una mujer esté a cargo de la obra. Creo que también es por mi estilo. Siempre trato de hacerles entender que yo no soy ni más ni menos que ellos, que mi trabajo es hacer que tengan todo lo necesario para construir. Y que su tarea es construir lindo, para que el inversor pague en término. Es un trabajo en equipo donde todos nos complementamos.
¿Se nota que hay más mujeres en otros roles dentro de las obras?
Sí, ya hay unas cuantas. Más que nada son las técnicas que trabajan en Seguridad e Higiene. La mayoría trabaja para algún licenciado varón, que es quien firma los planos. Todavía no conocí a ninguna licenciada… una pena. Me cruzo con algunas arquitectas que están haciendo Dirección de Obra, pero la gran mayoría está en la oficina diseñando. Es una lástima, porque con lo organizadas y previsoras que solemos ser las mujeres, seguro que las obras irían mejor.
¿Cómo imaginabas tu futuro profesional cuándo ingresó en la universidad?
Siempre supuse que iba a trabajar en relación de dependencia en algún estudio, dibujando planos, o en alguna constructora, haciendo cómputos. Me imaginaba con tareas tranquilas y rutinarias. Hoy por hoy, no soportaría estar ocho horas en una oficina, por mucho aire acondicionado o calefacción que tenga.
¿Cómo surgió el camino de la jefatura?
Cuando todavía era estudiante, entré a trabajar en una constructora y eso cambió mi punto de vista. Nunca me imaginé que la obra me iba a apasionar así. Algunos hacen deportes extremos y otros trabajan en obra (risas). Me encanta la interacción con la gente, planificar es como materializar ese «dibujito». Y, sobre todo, resolver los problemas que van apareciendo.
¿Cómo es tu relación con el CPAU?
Es más bien virtual, a través de la web. La sección que más consulto es el Manual del Ejercicio Profesional (MEPA), sobre todo para temas de contratos. Y me encanta recibir la DSI en el mail porque me ahorra un montón de tiempo.
¿Cuáles son los temas de la DSI que te resultan más interesantes?
Durante el último año, seguí bastante cuestiones de urbanismo en relación con la venta de terrenos del GCABA. No porque yo vaya a comprar nada de eso, sino para saber por dónde va a crecer la ciudad y estar atenta a oportunidades de lotes más pequeños al alcance de mis inversores.
¿En qué cosas de la vida cotidiana está el «ojo de arquitecta»?
¡En todo! (Risas) Es que una vez arquitecta, siempre arquitecta. Es inevitable. A cualquier lugar donde voy miro el diseño, la calidad de la construcción, las terminaciones. El poder de observación se agudiza muchísimo.
En mi vida cotidiana está todo organizado como en obra. No me faltan elementos para cocinar, tengo rutinas de lavado. Por poco tengo un cronograma hogareño…
¿Continuás formándote profesionalmente?
Hace unos años hice un curso de especialización en la UBA sobre desarrollo de proyectos inmobiliarios. Desde entonces, siempre estoy atenta a ese tipo de situaciones que modifican la ciudad, porque esas oportunidades son generadoras de trabajo. En cuanto al área que me estoy dedicando últimamente, seguramente el año próximo haga algún master en Gestión de Obra. Porque, a pesar de los años de experiencia, siempre queda más por aprender.
DSI: Diseminación Selectiva de Información, servicio ofrecido por la Biblioteca CPAU. Para conocer más, comunicate a dsi@cpau.org