Presencia del agua en la planificación urbano-ambiental

Graciela Brandariz

miércoles, 20 de julio de 2022  |   

Los recursos hídricos se encuentran cada vez más amenazados y, con ellos, la salud pública, la seguridad alimentaria y el ambiente, entre otros. La relación entre el agua y las ciudades es crucial, sin agua no podemos vivir. El crecimiento demográfico, la industrialización y la urbanización están agotando y contaminando los lagos, ríos y acuíferos en forma irreversible. La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia vital del saneamiento, la higiene y un acceso apropiado a agua limpia para prevenir y evitar las enfermedades. 

Es urgente adoptar una mirada resiliente ante esta problemática y abordarla de una manera integral, más allá de las barreras administrativas de la ciudad. El concepto de resiliencia, en el caso del agua, significa cambiar nuestra relación con ella, con el fin de hacer un uso más responsable, evitar su desperdicio y contaminación, hacerla más accesible, evitar el deterioro de su infraestructura y procurar la recarga de las napas; es decir, un manejo sostenible del recurso hídrico.


Foto: Graciela Brandariz

El cambio climático es otro factor que está impactando de manera ineludible en el ciclo del agua. Las sequías son fuertes y persistentes, como lo vivido en Rosario por la falta de lluvias en la cuenca alta del río Paraná, en Brasil, que comenzó en agosto de 2019, y cuyas condiciones de sequía y bajante persisten en el presente año. El sistema perdió caudal y padeció una falta de agua muy marcada afectando casi toda la cuenca del Plata. La Universidad Nacional de Rosario calcula que entre el 5% y 6% de la superficie del Delta estuvo cubierta, contra el 40% que se registra en años normales. Por otro lado, el aumento de la temperatura global trae consigo cambios en los patrones y distribución de las lluvias por los cambios en la humedad del suelo, con tormentas cada vez más severas y caudalosas que producen la carga de los acuíferos y la subida del nivel de las aguas de los ríos, con inundaciones de magnitud como la del año 2013 en la ciudad de La Plata.

Cabe prestar especial atención al Plan de Acción Climática (PAC) 2050 elaborado por la Agencia de Protección Ambiental (GCBA) y presentado en el año 2021, donde alerta que en los próximos veinte años, en la Ciudad de Buenos Aires aumentará el número de días que formen parte de una ola de calor y se incrementará la precipitación tanto en la ocurrencia de eventos extremos así como en la intensidad. En Buenos Aires ya pueden notarse los efectos del cambio climático a través de mayores y más intensas precipitaciones y un aumento sostenido en la frecuencia y la duración de las olas de calor. Según indican los expertos, el significativo ascenso del nivel del mar esperable en las próximas décadas (a nivel absoluto 2,5 mm por año) afectará en mayor medida a las áreas rellenadas artificialmente por la consecuente falta de pendiente y la prolongación de los cursos de arroyos, entubados o no, y generará dificultades progresivas en la evacuación de las aguas. Esta situación afecta severamente nuestros bordes ribereños: el ascenso del nivel del Río de la Plata, que al ser un estuario se comporta como una fuente marina, y el Riachuelo, que está perdiendo capacidad de evacuación de sus aguas debido a que su cauce inferior ha visto incrementada su vulnerabilidad a las sudestadas extraordinarias, provocando inundaciones de la ribera y hacia el interior de la ciudad. 

Muchos espacios verdes se van perdiendo por la presión ejercida por un uso del suelo más competitivo. La calidad, cantidad y distribución de la infraestructura azul y verde es de vital importancia para el desarrollo de la aptitud ambiental de los centros urbanos. Según un informe de la UNESCO, una Solución Basada en la Naturaleza (SbN) puede implicar la conservación o rehabilitación de ecosistemas naturales y/o la mejora o creación de procesos naturales en ecosistemas modificados o artificiales. Techos verdes, humedales artificiales, arbolado de alineación son algunas de las propuestas que pueden minimizar la escorrentía dañina al absorber las aguas pluviales, reducir los riesgos de inundaciones y salvaguardar los ecosistemas de agua dulce. Es así que las SbN han ganado protagonismo en los últimos años en el ámbito local, con estrategias para afrontar retos como la adaptación a la crisis climática, la inequitativa distribución del verde y la recuperación del paisaje urbano. 

Uno de los mayores desafíos del siglo XXI es garantizar el agua potable y contar con saneamiento básico para todos. Las ciudades son los lugares donde la mayoría de las personas viven y vivirán en el futuro y, como tales, son áreas que requerirán un consumo y gestión responsable del recurso hídrico. Dado que la política del agua transciende las fronteras administrativas, las ciudades por sí solas no podrán hacer frente a la magnitud de los retos vinculados a las dinámicas económicas, sociales y ambientales que se vienen a futuro. Ellas necesitan planificar, coordinar y cogestionar con los municipios del conurbano, no solo porque las cuencas hidrográficas atraviesan las fronteras administrativas, sino también porque las nuevas formas de cooperaciones público-privadas pueden ayudar a gestionar mejor el agua como responsabilidad compartida.

En este sentido, la Agenda 2030 de Naciones Unidas, entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuenta con el ODS 11, titulado Ciudades y comunidades sostenibles, donde establece que será necesario redefinir los espacios urbanos teniendo en cuenta criterios ecológicos y, el ODS 6, Agua limpia y saneamiento, centrado en garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos, y abarcar también otros aspectos como la higiene, la gestión de las cuencas fluviales con especial énfasis en la gestión integrada de los recursos hídricos y los aspectos ambientales relacionados.

El Plan Estratégico Participativo de Buenos Aires (PEPBA2035, 2017), el actual proceso de actualización del Plan Urbano Ambiental (PUA) y el vigente Código de Edificación (CE) y Código Urbanístico (CU) han generado una saludable discusión acerca de temas urbanísticos, debate que no sucedía desde hace muchos años. En el marco de la sustentabilidad urbana, todos buscan una ciudad equitativa, amigable con el ambiente, que fomente el uso sostenible de las aguas y el ordenamiento territorial y ambiental para el manejo eficiente del recurso hídrico.  

Vale recordar que el territorio que abarca el borde costero de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está conformado en su totalidad por tierras que fueron ganadas al Río de la Plata en un proceso de rellenos que tuvo una duración de 185 años, y que hoy todavía muestra su dinamismo en algunos sectores de la ribera. El uso de estas tierras habilitadas en distintas épocas y con distintos propósitos fue generando una diversidad de actividades mayoritariamente relacionadas con el transporte en sus distintos modos y la recreación activa y pasiva, así como con la educación de nivel terciario y, recientemente, las urbanizaciones de sectores que fueron desafectados de usos portuarios y ferroviarios. El avance sistemático sobre el Río de la Plata y los posibles efectos del cambio climático vuelve a este sector de la ciudad mucho más vulnerable cada día.

En este sentido, el Consejo de Planeamiento Estratégico (CoPE) de la Ciudad ha redactado un proyecto de ley sobre “Gestión Costera Integrada de la Ribera del Río de la Plata”, a presentar próximamente a la Legislatura para su tratamiento, atendiendo a la necesidad de actuar en la franja costera de la ciudad con una visión integradora para articular las políticas y estrategias, obras y actividades que se desarrollen en el área, preservando la calidad ambiental, promoviendo el uso sustentable y el uso recreativo, garantizando el acceso público, libre y gratuito al borde costero y fomentando la recuperación de la funcionalidad ecológica. 

Asimismo, en el año 2021, en el marco del proceso de actualización del Plan Urbano Ambiental, con la participación de las organizaciones que conforman el CoPE, se formularon los “Aportes al Plan de Sector de la Ribera del Río de la Plata”, buscando fortalecer la necesidad de un plan integral para su costa, más aún, para toda la costa metropolitana, que abarque tanto la Ciudad como la Provincia, que sea capaz de fijar los grandes lineamientos estratégicos para el futuro de la región y la Ciudad, en particular, en relación con su ribera.

Por su parte, el CE y el CU vigentes también abordan el tema del agua en el marco de la sustentabilidad del recurso, promoviendo un uso responsable del agua potable, la construcción de reservorios para la captación y ralentización del agua de lluvia, e instalación de sistemas de reutilización de aguas grises para segundos usos, entre otras exigencias.

Como puede verse, el manejo y gestión del agua en la CABA está presente en los instrumentos de planificación urbana y ambiental, sin embargo, algunos barrios populares muestran un alto déficit en el acceso formal a los servicios básicos y, en general, la población de la ciudad vive cada vez más alejada del río y la naturaleza. Es un derecho de cada persona disponer de agua potable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico; y, a escala urbana, la presencia de fuentes de agua es muy valorada, mejoran su calidad de vida, ya que humidifican el ambiente, conservan la biodiversidad y retardan el escurrimiento del agua de lluvia, todo lo cual contribuye a un desarrollo urbano sostenible.