Paisajes sustentables de costa y ribera
Gabriel Burgueño, Celeste Iglesias, Jesica Ledesma, Eduardo Ottaviani, Gustavo Villalba
En este aporte reflexionamos acerca de la necesidad de integrar criterios de sustentabilidad para enfocar las intervenciones y manejo de los paisajes ribereños y de costas. Planteamos variables socioambientales, casos de referencia como disparadores y lineamientos a extrapolar.[1] El objetivo general planteado es registrar y proponer elementos de paisaje sustentable en la ciudad de Pinamar y su entorno, mediante la apropiación de la vegetación regional en el proyecto urbano. Los objetivos específicos, son reflexionar sobre la dimensión de sustentabilidad del paisaje y su inserción en la elaboración de proyectos de arquitectura y proponer un manual de buenas prácticas en el diseño de espacios verdes con la vegetación como material principal.
Ribera del Río de la Plata, con juncales, bosques y matorrales ribereños. Vicente López. Foto: Gabriel Burgueño.
Nos podemos preguntar sobre sustentabilidad: ¿es un tema de moda o ya pasado? Si bien no es una temática nueva, los criterios tradicionales que se repiten nos llevan a plantear la importancia de esta mirada para evitar intervenciones con impacto negativo sobre el medio y la población que lo habita.
Las obras sobre las áreas expuestas a la energía de ola en frentes del estuario del Río de la Plata en el AMBA; las ramblas o paseos costaneros sobre costas marítimas; las construcciones en los valles de inundación de ríos de llanura; los rellenos que omiten el relieve natural; la introducción de plantas que luego invaden y modifican el paisaje, son algunas prácticas recurrentes que podrían revisarse de cara a ciudades más resilientes e intervenciones más compatibles con el medio. En la actualidad conceptos como infraestructura azul y verde (IAV), servicios ecosistémicos, Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), corredores biológicos y otros similares, aportan una visión integradora en la que conservar y desarrollar pueden no ser términos antagónicos.
Laguna con bordes vegetados. San Miguel del Monte. Foto: Gabriel Burgueño.
Los espacios de borde, ya sean costa de mar, riberas de ríos o margen de lagunas y lagos, constituyen sistemas de interfaz donde frecuentemente se da una gran diversidad de ambientes, especies y procesos naturales. Numerosos espacios costeros y ribereños incluyen humedales que aportan servicios elementales para la vida silvestre y el hábitat humano, como fuente de agua potable, alimento, transporte y turismo, entre otros.
El valor escénico no es menor en localidades que han sido fundadas y consolidadas a partir de atractivos como relieves contrastantes, entradas al mar, playas amplias, puestas de sol accesibles, visuales panorámicas.
Sin embargo, y paradójicamente, se han implementado frecuentemente acciones que desprecian y destruyen ese mismo atractivo de origen, como ocurre con obras de defensa y espigones que cambian la dinámica de sedimentación de arena; edificaciones de altura que restan sol; o forestación que distorsiona la fisonomía de interés y ausencia de planificación para evitar el impacto de vehículos, extracción de arena, caza, pesca y otras actividades dañinas.
Los problemas ocasionados por la falta de planificación en el uso del paisaje como recurso turístico representan en diversas ocasiones distintos perjuicios ambientales y sociales. En el caso de algunas actividades no reguladas como el ingreso con vehículos motorizados (automóviles, camionetas 4x4, cuatriciclos y motos) a playas y dunas, generan ruidos molestos, restan espacio de uso, afectan la calidad visual del paisaje, contaminan los recursos, ahuyentan la fauna propia de estos ambientes y pueden ocasionar graves accidentes.
Afortunadamente, muchos de estos aspectos se visualizan actualmente como alternativas y se aplican a escalas diversas. Entre las principales acciones relacionadas con la sustentabilidad en el diseño de paisaje en ambientes de bordes se pueden considerar las siguientes:
Uso de especies nativas. Considerar el uso de especies originarias de las ecorregiones del área de intervención. Este criterio aporta, a su vez, la integración de la fauna silvestre a los espacios planificados o a restaurar.
Prevención de plantas invasoras. Evitar el cultivo de plantas de otros orígenes, sobre todo las de comportamiento invasor demostrado en la localidad, en las proximidades o en la región de aplicación.
Manejo amigable con el suelo. En relación a la estructura, cobertura vegetal, prevención de erosión.
Relieve. Conservar el perfil del terreno, evitar modificar al reducir elevaciones o rellenar bajos es un modo de respetar la impronta del paisaje local y evitar derrochar recursos y energía en cambiarlos.
Agua de riego. Uso de plantas adaptadas a las lluvias locales, reserva, filtro y reciclado de agua de lluvia o lavado para riego.
Manejo adecuado de cursos y espejos de agua. En cuanto a vegetación, cauce y tratamiento de vertidos.
Conservación de costas, riberas y bordes. Esta es una manera de sostener los ecosistemas o sectores de ecosistemas de las interfaces terrestre/acuática y evitar erosión de franjas de costas marinas, riberas en ríos y arroyos o bordes de lagunas o lagos artificiales. Por ejemplo, una posibilidad es el enquinchado con elementos naturales, como defensa indirecta y técnica para restaurar, que permite recuperar médanos fijando la arena que se transporta por el viento o el agua. Es una intervención económica que permite también el crecimiento de vegetación espontánea. Este tipo de acciones acompaña el proceso de desarrollo turístico, disminuyendo el impacto negativo sobre el ambiente y potenciando la instauración de un paisaje costero más “naturalizado”.
Los senderos elevados en madera, a diferencia de los bordes duros e impermeables, contribuyen a la dinámica natural del movimiento de arena y agua en el paisaje costero, movimiento que favorece los procesos ecológicos en estos ambientes.
Huella en el transporte de materiales. Evitar todos los materiales cuyo origen implique acarreo de sitios lejanos o muy lejanos.
Alternativas al uso de agroquímicos. Evitar aplicar cualquier producto como ser insecticida, funguicidas, herbicidas o fertilizantes químicos.
Residuos. Evitar generar residuos excesivos, especialmente no degradables, contaminantes. También se sugiere el reciclaje de todo el material posible y que se destine en compostaje el volumen de origen orgánico (cortes de césped, podas, hojarasca, entre otros).
Superficie absorbente. Promover la mayor proporción de superficies absorbentes para facilitar la captación de agua de lluvia. También disminuye el efecto de isla de calor al calentar materiales inertes de solados de cemento, asfaltos o baldosas.
Pobladores locales, pueblos originarios y visitantes. Al planificar se deben considerar las costumbres, percepción y valores de las personas que habitan y utilizan el espacio, es parte de sumar sustentabilidad y evitar impactos negativos.
Visuales, valores escénicos e identidad del entorno. Respetar los rasgos de perspectivas, puntos focales, sitios de aporte panorámico, cuencas visuales, recorridos de interés estético y visuales del espacio en el concierto de su entorno, amplía la aplicación de criterios amigables con el medio.
Accesibilidad plena. Incorporar equipamiento asociado, ya sea equipamiento urbano para uso y disfrute, iluminación adecuada, solados, bancos, bicicleteros, entre otros que hacen a la accesibilidad inclusiva.
Eficiencia energética. Ejecución de la obra con una mirada ambientalmente adecuada, tanto en el uso de energía eléctrica y combustible fósil, como en los materiales reciclados y reciclables aplicados. También en instalaciones que permitan la reutilización, mitigación de impactos en la etapa de ejecución, mantenimiento mínimo y otros aspectos.
Si se consideran los impactos negativos de acciones tradicionales, pueden buscarse alternativas que a su vez aporten en otras aristas del proyecto de paisaje.
[1] Estas ideas surgen de la investigación “Arquitectura, desarrollo urbano y paisaje en la Costa de Pinamar”, en el ámbito del Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales (INSOD) de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).