ELEMENTAL y la vivienda incremental
José di Girólamo
El conjunto habitacional Quinta Monroy es sin duda el mayor referente de Elemental y la principal carta de presentación del Pritzker 2016, Alejandro Aravena. El proyecto suele ser presentado como una absoluta innovación en el marco del acceso de familias vulnerables a vivienda definitiva; sin embargo, atributos de la propuesta que suelen identificarse como inéditos, más bien fueron parte de los requerimientos explícitos de la política habitacional de ese momento. El programa “Vivienda Social Dinámica sin Deuda” no sólo incentivaba la búsqueda de una buena localización en la ciudad estableciendo un subsidio diferenciado para la compra del terreno, sino que también aludía a la necesidad de proyectar viviendas con capacidad de ampliarse (“dinámicas”), condición reconceptualizada por Elemental como “principio de incrementalidad”.
Por otra parte, una década antes de Quinta Monroy, el conjunto habitacional Comunidad Andalucía, diseñado por Fernando Castillo Velasco y financiado con aportes del Estado y la Junta de Andalucía, permitió entregar viviendas definitivas a familias vulnerables prácticamente en el centro de Santiago, justamente a través de viviendas incrementales. Una “cáscara” de tres niveles de altura pero sólo con el primer y la mitad del segundo nivel habilitados, permitía a los residentes ampliarse en su interior, sin comprometer la estructura de las viviendas ni del barrio.
El mismo “principio de incrementalidad” es utilizado por Aravena para destacar la “participación” como atributo fundamental de Quinta Monroy, argumentando que el proyecto es el soporte para el futuro autodiseño y construcción de los residentes, mejorando así su sentido de orgullo y propiedad. Desde esta perspectiva, la participación no está vinculada al proyecto y es reducida a una posibilidad posterior. A pesar que las comunidades, su ubicación y sus redes se mantienen, los residentes sólo se involucran como mano de obra material. En términos de Castells, se puede argumentar que la ausencia de la noción colectiva de los sujetos limita la posibilidad de construir identidad-proyecto desde la identidad-resistencia propia de la condición previa de las familias, cuestionando así la real condición “participativa” de la propuesta[1].
Desde esta perspectiva, la participación no está vinculada al proyecto y es reducida a una posibilidad posterior. A pesar que las comunidades, su ubicación y sus redes se mantienen, los residentes sólo se involucran como mano de obra material.
En base a lo anterior, queda al menos en duda el carácter innovador de la propuesta de Quinta Monroy en relación al “principio de incrementalidad”, planteado a modo de manifiesto por Aravena y su equipo. El principal aporte de Elemental no parece estar en la vivienda incremental (o “dinámica”), su localización y/o su carácter participativo, sino más bien en la capacidad de resolver el acceso de familias vulnerables a viviendas definitivas en forma inteligente desde el diseño, y comunicarlo al resto del mundo, reposicionando así el deber prioritario y olvidado de la arquitectura de hacerse cargo en forma seria y creativa de los problemas de habitabilidad asociados a la pobreza en nuestros países. Mérito suficiente para recibir el Pritzker.
[1] Di Girólamo, José (2017). "Vivienda como capital: una deuda de identidad hacia la desmercantilización". En: Ciudad y Arquitectura Nº152. [Disponible en línea]