Sentido común, arquitectura y tecnología

Santiago Viale Lescano

lunes, 17 de diciembre de 2018  |   

La combinación del conocimiento de nuestros recursos regionales y naturales, la incorporación de los nuevos avances tecnológicos y el uso del sentido común en las decisiones iniciales arquitectónicas construyen espacios de calidad y ciudades sostenibles como aporte a la sociedad a la que se deben.

Desde un comienzo, me he planteado el desarrollo de mi vida profesional desde el hacer con sentido común. Proyectar arquitectura es generar espacios que funcionen y, sobretodo, que emocionen. Para ello, me valgo de lo que yo llamo una arquitectura inteligente, no por ostentosa del uso de sistemas tecnológicos de “última generación”, sino por el aprovechamiento de nuestros recursos naturales y regionales.

Para lograr este objetivo, es esperable que la investigación tecnológica se manifieste en el proyecto. Creo que tiene dos formas de hacerlo; una, acompañando la idea y apuntalándola, y otra, en función de una investigación abstracta que uno esté haciendo sobre algún sistema constructivo o material en particular, y genere por tanto el puntapié inicial del proyecto. Asimismo, hay investigaciones que no se acaban en una obra en particular, sino que se van desarrollando a través de varias obras, como algo continuo dentro de un sistema de obras acabadas en sí mismas.

Con el paso del tiempo, la arquitectura contemporánea se va complejizando en cuanto a sus instalaciones y sus exigencias de rápida flexibilidad y sustentabilidad. Esto nos exige acompañarla con la tecnología adecuada para que el edificio pueda cumplir con su destino e incluso con otros futuros. Es decir, que la construcción permita ser modificada rápidamente y recibir los cambios necesarios para seguir sirviendo y haciendo más rentable y racional la inversión inicial. 

Estamos en un momento en donde la oferta de sistemas constructivos y nuevos materiales hacen difícil ver claramente entre tanta variedad, y por lo tanto hacer un buen uso de las nuevas tecnologías. Entonces, se vuelve ineludible comprometerse a la hora de resolver las envolventes tanto verticales como horizontales, con el objetivo de lograr una imagen contemporánea y un comportamiento térmico adecuado a un consumo energético mínimo. Algo que, como consecuencia de esta explosión de sistemas y de falta de sentido común, se ve reflejado en obras de dudosa calidad arquitectónica y de descomunales desafíos tecnológicos. Tal es el caso de algunas obras en Dubai, que sólo sirven para hacer alarde de los mismos, pero que poco aportan a la arquitectura, la ciudad y su sociedad.

A raíz de esto es que actualmente estoy interesado en los desarrollos que hacen más eficiente la construcción tradicional en sí misma; tales como nuevos morteros, adhesivos, impermeabilizaciones, revestimientos, hormigones de alta calidad, mamposterías armadas; más que en tecnologías nuevas que se van incorporando a nuestro medio. Por ejemplo, y a modo ilustrativo, en mi estudio estoy desarrollando un proyecto que combina la construcción tradicional de ladrillo con parasoles de mampostería armada y carpinterías de aluminio con ruptor de puente térmico y cristales de alta performance.

En general, vemos que no sólo van apareciendo materiales que se incorporan a la construcción, sino que los ya existentes van logrando avances. Entre éstos los cristales, los cuales han ido mejorando sus prestaciones, no sólo en cuanto a la seguridad, sino en las respuestas que dan frente a las condiciones climáticas; permitiendo, a través de vidrios de alta performance junto a una sumatoria de cámaras de aire, mayores superficies vidriadas sin generar un costo adicional en la climatización. Otro gran ejemplo de avance es el hormigón. También, desde hace varias décadas van llegando (aquí siempre tarde, pero llegando al fin), mejor calidad de hormigones, tales como los autocompactantes que han permitido llevar a cabo obras como el TEA de Herzog & de Meuron en Tenerife; abriendo una posibilidad de colado de piezas complejas que era impensado antes. Por otra parte, en cuanto a su resistencia, y a nivel regional se han logrado en Córdoba hormigones H85 que nos permiten generar una reducción en las secciones o aumentar las luces de los elementos estructurales y mejorar a su vez la velocidad de desencofrado, acortando los plazos de ejecución, y sumando así más variables a la hora de proyectar. La aparición del GRC o GFRC (Glass Fiber Reinforced Concrete) también como otra posibilidad, principalmente expresiva para geometrías complejas utilizadas en algunas de las últimas obras del estudio de Zaha Hadid, como el Centro Heydar Aliyev, que con las tecnologías tradicionales no se lograban y sólo quedaban en una buena imagen de un render, pero eran imposibles o muy costosas de llevar adelante en la realidad.

Otra variable y avance innegable, es la irrupción de la informática como respuesta a un control del funcionamiento de los edificios. Entre ellos, el BMS (Building Management System), el cual debemos sumar al desarrollo del edificio, junto a las clásicas instalaciones de aire acondicionado o sanitarias, ya que nos permite el monitoreo de los "signos vitales" del edificio (bombas, niveles de reserva en diferentes tanques, ventiladores, etc.), haciendo más eficiente en definitiva la utilización de los recursos. Definitivamente, es ésta una herramienta que vino para quedarse.

Sin embargo, cuando hablamos de la incorporación de otras tecnologías como el Steel Frame o Wood Frame, debemos entender por un lado que la vigencia en Argentina de la “construcción tradicional” se debe a una inercia de muchísimos años, lo que hace que todo cambio sea muy lento frente a la novedad, aunque no en todos los elementos nuevos se da esta inercia con la misma intensidad; y por otro, que cuando se mete con la tipología arquitectónica más popular, el de "la casa propia", debe primero derribar la carga cultural, el centro de gravedad de las personas. Por esto no ha sido lo mismo que cuando la construcción en seco irrumpió en la escena local haciéndose cargo de todo lo que significaba divisiones de oficinas, hoteles, hospitales e instituciones en general o los locales comerciales, edificaciones efímeras o con más necesidad de transformaciones sucesivas. El concepto de vivienda del norteamericano, de donde se ha importado, es muy diferente al nuestro y por tanto el nivel de aceptación en Estados Unidos y otros países desarrollados se da en parte porque es una continuidad lógica de su sistema de construcción en seco. El balloon frame (armazón de globo), que arranca en el siglo XVIII, pasa hoy a ser el steel frame; es decir que sólo se vio como un avance tecnológico sobre lo que ya tenían.

También, y sumamente importante, es considerar cuestiones relacionadas a la construcción del mismo, tales como la necesidad de mano de obra especializada, la posibilidad de acceso a los materiales del sistema en el mercado local y la velocidad constructiva, así como su comportamiento a lo largo de su vida útil frente al fuego, vientos fuertes, cuestiones acústicas, etc. 

Primero que nada, hay que entender que nuestra mano de obra, sobre todo en el interior del país es muy diferente a la de las grandes ciudades, casi que nace aprendiendo a levantar muros, haciendo mezcla y llenando losas de viguetas. De hecho, alguien que sepa hacer tabiquería liviana tipo Durlock ya es considerado mano de obra especializada. Por tanto, uno puede imaginar esta tecnología en algún country de Córdoba, realizado como algo novedoso y snob, más que como una solución para la problemática de la vivienda actual. 

Además, ese tan vendido beneficio de reducción de tiempo para tener tu casa, comparativamente con el de la construcción tradicional, es algo que por las experiencias que conozco aquí y hasta ahora no se ha logrado por distintas causas, externas al propio sistema. Al parecer, tendremos todavía que esperar unos años para que así sea.

Asimismo, el peso reducido de estas estructuras hace que su comportamiento al sismo, un tema preocupante en nuestra región, sea excelente.

Si bien creo que este sistema, con el tiempo y superando los temas ya observados, podría terminar siendo una alternativa más dentro del abanico de opciones constructivas de la vivienda, lo más importante que debemos aprehender ante estos sistemas que incorporamos como indiscutiblemente buenos, con esa especie de "certificación de calidad" por venir de países desarrollados, es si realmente serán tan aptos acá como lo son allá, preguntarnos sus ventajas o desventajas reales, indagar en sus patologías.

En definitiva, ser críticos constructivos, proyectar espacios, hacer arquitectura, usando nuestro sentido común. Ese sentido común que analiza, que no se niega al progreso ni rechaza lo bueno con que ya cuenta en su medio, que no se deja obnubilar por las luces del desarrollo que encandilan. Sino que se enfoca en desarrollar detalles que acompañen buenas decisiones de diseño, usando todos los recursos a su alcance, sean nuevos o babilónicos, para poder lograr con el menor esfuerzo la mayor habitabilidad para las personas, quienes en definitiva son las destinatarias de todo esto. 


Imagenes de portada e interior Centro de rehabilitación, Barrio Centro, Córdoba. Autor: Santiago Viale Lescano.