CasaParaná, hospedaje para artistas

Laura Leyt, Mariana Yablón

miércoles, 1 de abril de 2020  |   

El arquitecto Augusto Plou era argentino, pero su origen francés explica la naturaleza de su arquitectura en Buenos Aires y Santa Fe, que ha perdurado en el tiempo y por la que se lo reconoce como uno de los profesionales más notables de su época. 

Fachada sobre calle Paraná. Foto: Albano GarcíaLa obra más importante y que marca un hito en la historia de la arquitectura local es sin dudas el Teatro Municipal 1º de Mayo, que diseñó en 1905. Además, la Escuela Industrial de Santa Fe, del año 1908 es considerada uno de los edificios más «modernos» de la época. El modernismo que incluye Plou en sus concepciones habla claramente de cuánto influenciaba el eclecticismo, hacia un lenguaje anti academicista. 

El petit hotel de Paraná 920-24 en el que intervinimos aplica una composición regida por la simetría, que remata en un frontis curvo y un óculo en el eje, y que contiene la escala de la totalidad. Corona la mansarda con una máscara de rostro femenino, de mirada enigmática y sugerente, una musa que no pasa inadvertida por la calle del centro porteño.

CasaParaná nace como un proyecto cultural en relación a la estancia de extranjeros en nuestra ciudad por intercambios culturales con Europa. Sus promotores, una dupla holandesa de un abogado y un ebanista, enamorados de Buenos Aires, deciden poner un pie en la ciudad y llevar adelante sus ideas. 

A comienzos de los años 70, la casa fue utilizada como vivienda particular y consultorio médico de un deportólogo de la Selección de fútbol. La adaptaron de la peor manera, desnaturalizando su estructura formal y compositiva; construyeron un entrepiso con el gimnasio y cubrieron el patio ingles con superficies de servicios.

¿Cómo abordar la intervención de un edificio patrimonial?
Esta pregunta se renueva en cada caso, y en este en particular lo que se propone es basarse en los tres elementos de lectura del filósofo Baruch Spinoza: la imaginación, la razón y la intuición como plan. 

La transformación de un edificio de vivienda en este proyecto de casa de renta para escritores y artistas en tránsito, demandó entender y conocer en sus estructuras y pliegues el proyecto original del Augusto Plou.

El primer ejercicio fue redibujar planos originales y observar sus modificaciones. Luego, desmontar las obras superpuestas que sus distintos habitantes ejecutaron a través del siglo. Finalmente, imaginamos el nuevo modo de habitar de aquellos visitantes del actual y futuro Buenos Aires. Y es así como, para la nueva vida de este hermoso edificio, surgieron las órdenes de restauro y reconstrucciones parciales para la puesta en valor, además de la convivencia con la tecnología, el equipamiento y los sistemas de termo-mecánica que requiere un hotel en la actualidad. 

Se sumó la idea de un recorrido desde el basamento hasta el piano nobile a través de los dos accesos y las escaleras de carrara, que van elevándose hacia el cielo porteño. 

La azotea poseía un avanzado grado de deterioro y su construcción era precaria ya que fue concebida según el criterio de época para la servidumbre: habitaciones diminutas y poco luminosas, ventiladas escasamente. Con la intervención fueron transformadas en una gran sala de lectura con salida al patio en altura. Esta terraza, además, se habilitó incorporando un espacio para un asador y un deck al aire libre, desde donde se puede disfrutar el ambiente de época del interior de la manzana.

El uso de la luz natural y artificial en un pequeño lote requiere de una delicada búsqueda de tamices y reflejos que conduzcan la luz hacia cada ambiente. Una estrategia que fue adoptada en este proyecto al valorar las lucarnas, los vitraux y los vidrios esmerilados con imaginería art decó.

En el último nivel se decidió conservar un plano de luz de un reciclaje posterior a la construcción, que encontramos de un valor arquitectónico compatible: una lucarna con grilla de hormigón y ladrillos de vidrio de planta circular, que iluminan la escalera en el último piso.

Se incorporaron además las miradas al cielo a través del tamiz de los vitraux restaurados, redimidos de una antigua caja de zapatos en la que se los encontró en el depósito.  

Todos y cada uno de los materiales —pisos, molduras, teselas, vidrios labrados, barandas torneadas, mármoles con su desgaste centenario— fueron observados y valorados según un criterio de restauro consciente, pero que a la vez muestra el paso del tiempo, las intervenciones y la búsqueda de lo que llamamos arquitectura de procesos. Según nuestro criterio las obras se habitan y se modifican con el habitante y con las historias por venir.

El desafío de diseñar un equipamiento contemporáneo en relación a un edificio de principios del siglo pasado demandó una importante búsqueda de texturas y colores, brillos y opacidades en constante oposición, para logar que convivan en armonía. El diseño de interiorismo y elección de piezas de mobiliario y obras de arte escogidas para su exhibición fueron curadas con la especial participación de Bob Vink. 

Se dice de mí
Sobre las premisas que guiaron la intervención en Paraná 920, decía el arquitecto Marcelo López: «Considerando el valor único de cualquier obra de arte, por su interés artístico e histórico, el concepto general de restauración implica que cualquier intervención debe conducir a la conservación de la obra sin transformar su esencia».

La arquitecta Carolina Quiroga también nos transmite su mirada: «Poesía materializada, permanencia y cambio, y la idea del proyecto de intervención patrimonial como un espacio de reflexión y de creatividad para brindar una nueva vida a las arquitecturas del pasado, resumen, en mi opinión, los valores más relevantes de CasaParaná. Como pocos ejemplos, la rehabilitación del petit hotel diseñado por Plou propone un delicado equilibrio entre la recuperación de los testimonios históricos, que han sido minuciosamente estudiados y restaurados, y las operaciones contemporáneas que tanto dialogan con lo preexistente como tienen su propia identidad. Pasado y presente se combinan a través de decisiones de diseño de una profunda sensibilidad, que resultan en una experiencia espacial inédita. Arquitectonika aporta un nuevo patrimonio contemporáneo a la Ciudad de Buenos Aires, una obra sustentable y con verdadera capacidad de comprender la conservación del patrimonio como la continua re-significación de nuestra memoria y cultura».

«CasaParaná fue una tarea de entusiasmo en conjunto, entre propietarios-inversores, provenientes de Holanda, y profesionales restauradores. Se conjugó la intención de valorar un buen ejemplo de arquitectura de inicios del siglo XX, construido con materiales y criterios perdurables, sosteniendo un estado aún recuperable entrado el siglo XXI, para hacer que esta obra resultara redituable no solo en la ecuación costo-beneficio sino en lo ambiental y cultural, contribuyendo con su permanencia a la consolidación y valorización de su entorno» nos dice la arquitecta Marta García Falcó.

Rescatar una hermosa pieza urbana porteña de la década del XX para generar espacios que inciten a la producción artística referida a Buenos Aires es una acción que hace reconocer a una ciudad que ya no está.

Estas piezas patrimoniales dejan testimonio de la ciudad, de su identidad, su historia y su porvenir.


Autores de Proyecto CasaParaná
Arquitectónika | Darío López, Laura Leyt, Marcelo López, Mariana Yablón, arquitectos. Colaboradora: Arq Alexia Barousse
2° Premio Iberoamericano Mejor Intervención en Obras que involucren el Patrimonio Edificado 2010.