El agua urbana y su metabolismo
Miguel Ángel Blesa
¿Cuánto cuesta proveer agua a la ciudad? Proveer no significa solamente que el fluido llegue a los hogares: también deben retirarse las aguas residuales (y las de lluvia), enviarlas a las plantas de tratamiento y descargarlas en los cursos de agua. Es decir, provisión de agua y saneamiento son inseparables.
En las ciudades, el agua tiene su propio metabolismo, el metabolismo del agua urbana. Esta expresión, prestada de la Biología, asemeja a las ciudades a organismos abiertos: sistemas que reciben alimentos y energía de su entorno, los usan y finalmente los desechan. En el caso del agua azul, la que vemos, se la toma desde una o varias fuentes e ingresa en la ciudad; dentro de ella se distribuye y luego se usa para varios propósitos. Finalmente se desecha a un sistema de recolección que la evacúa. Pero también consumimos agua virtual, a través de los alimentos y de todos los productos en cuya manufactura se usa agua, incluyendo la energía.
Fuentes de agua
Ríos, arroyos, lagos, embalses, manantiales y acuíferos constituyen la fuente de abastecimiento de las ciudades. En casos extremos, se piensa en trasvases desde fuentes lejanas, como en el abortado plan de trasvase de agua del río Ebro hasta Barcelona, o en la desalación de agua de mar, como en la península arábiga, en Israel y otros sitios. El agua de lluvia, ante la carencia de reservorios adecuados que la colecten, se transforma más en un problema (para su evacuación) que en una solución (para la provisión de agua).
Las fuentes de agua configuran fuertemente el paisaje urbano. En sus límites la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene el río de la Plata (fuente principal de su abasto de agua) y el Matanza-Riachuelo (vía principal programada de descarga de sus efluentes cloacales a través de un emisor debajo del lecho del río). Dentro de su traza corren, o corrían, muchos arroyos, varios de ellos actualmente entubados: los más conocidos son el Maldonado, el Vega, el Medrano y el Cildáñez.
Adecuación del agua
Antes de ser distribuida, el agua tomada en las fuentes debe ser tratada para que su calidad sea acorde con su uso. En la actualidad, el agua distribuida en ciudades es especialmente agua potable. En Buenos Aires la potabilización se realiza en los establecimientos General Belgrano (Quilmes), y General San Martín (barrio de Palermo). Este último es uno de los establecimientos más grandes del mundo que ocupa 28,5 hectáreas y tiene una capacidad de producción cercana a los tres millones de metros cúbicos por día. La potabilización se realiza en tres etapas: floculación (logra que los sólidos suspendidos y buena parte de las bacterias y partículas micrométricas en general se agreguen y formen flóculos); filtración (remueve los flóculos) y desinfección (elimina microorganismos), que usa normalmente cloro. La presencia de compuestos orgánicos complica apreciablemente el proceso, ya que las plantas usuales no garantizan su remoción.
Distribución
¿Cuánta agua potable usa una ciudad? La respuesta es muy variable, y depende de factores culturales, del nivel de desarrollo socioeconómico, de la abundancia o escasez del recurso, y también de los esquemas tarifarios. Las Naciones Unidas establecen que la disponibilidad de 30 litros por persona y por día es un derecho humano esencial. También se estima que 100 litros por persona y por día es una cantidad austera y razonable, pero en 2016 en Buenos Aires AySA debió producir 619 litros por habitante y por día. Esta cifra es resultado de varios factores: (a) alta disponibilidad de agua en su fuente (esencialmente, el río de la Plata, en menor medida acuíferos); (b) red de distribución deficiente con pérdidas cercanas al 25%; (c) esquema tarifario que refleja la falta de medidores de consumo, y no penaliza el uso excesivo del recurso. En algunas regiones afluentes del mundo desarrollado los consumos pueden ser aún más altos, aun en ausencia de esos factores.
Recolección de aguas residuales
Buenos Aires tiene una recolección de aguas puramente cloacal, más moderna, y otra más antigua (data del siglo XIX) que recoge tanto agua de lluvia como efluentes cloacales en una fracción reducida del territorio, del orden del 11%. La recolección del agua de lluvia es una necesidad imperiosa, ya que la densidad de las construcciones transforma el ejido urbano en una región casi totalmente impermeable. Buenos Aires tiene una extensión de unas 20.000 hectáreas, y el área que drena a través de la ciudad es del orden de 27.000 hectáreas. La ausencia de una red pluvial para casi el 90% de la ciudad fue uno de factores que produjo vulnerabilidad a las inundaciones, parcialmente resuelta por el entubado de arroyos y una red de conductos de orden menor.
Idealmente, los efluentes cloacales se tratan antes de descargarlos en los cursos de agua. Las dos principales plantas depuradoras para Buenos Aires son la del Bicentenario, en Berazategui (inaugurada en 2014), que puede procesar 2.900.000 metros cúbicos por día y descarga al Río de la Plata, y la del Riachuelo, en ejecución en Avellaneda y que tendrá una capacidad de 2.300.000 metros cúbicos por día, con descarga a 12 km de la ribera del río de la Plata, a través del emisario Riachuelo, que es un túnel que va por debajo del lecho del río.
¿Cuánto cuesta proveer agua a la ciudad? Proveer agua no significa solo hacer llegar el fluido a los hogares; también debe retirarse las aguas residuales (y las de lluvia), enviarlas a las plantas de tratamiento, y descargarlas en los cursos de agua; en otras palabras, provisión de agua y saneamiento son inseparables. El ciclo completo, teniendo en cuenta no sólo los gastos de operación, sino también los de mantenimiento en buen estado las redes (con pérdidas por debajo del 10%) y la amortización conduce en países europeos a valores entre 2 y 6 €/m3. Con los consumos de Buenos Aires, esto equivaldría a facturas mensuales promedio superiores a los $1000 por mes y por persona.
Los esquemas tarifarios más racionales sugieren acceso gratis hasta 30 litros por persona y por día, tarifa adecuada para cubrir los costos para consumos entre 30 y 100 litros por persona y por día, y tarifas que castiguen los consumos mayores. Lógicamente, el prerrequisito es la instalación de medidores.