Proximidad, cotidianeidad y pertenencia
Claudio Freda
La Fundación Isla Maciel es una organización sin fines de lucro que, aunque la personería jurídica data del año 2012, cuenta con experiencias relacionadas con el acceso popular al hábitat desde hace más de treinta años. En aquel entonces, en función del déficit estructural de viviendas, un grupo de militantes sociales comenzó a realizar trabajo voluntario en barrios de poblaciones vulneradas del AMBA, apoyando a familias para realizar pequeñas mejoras de sus viviendas y barrios, núcleos sanitarios, canalización de aguas servidas, conexiones de agua, construcción de espacios comunitarios, etc.
Con el motor de la organización de la comunidad y el objeto de promoverla, en la Fundación buscamos el acceso equitativo a los derechos, la mejora en las condiciones para la reproducción de vida de las familias, a la vez que recuperar y fortalecer el valor de lo colectivo y lo público.
Nuestras acciones se fundan en:
- el trabajo territorial, con participación activa y protagónica de las familias, lo que es garantía de la pertinencia de las acciones;
- el desarrollo integral de las personas, poniendo el énfasis en la infancia;
- la organización de la comunidad como objeto y soporte de las acciones;
- la perspectiva de acceso a derechos;
- la gestión de programas de políticas públicas;
- la producción social del hábitat con participación popular;
- hacer ciudad y reivindicar lo público.
La proximidad, la cotidianeidad y la pertenencia al barrio de muchas/os de las/os integrantes, son verdaderas fortalezas. Hacemos hincapié en la familia, con una mirada integral de sus vidas, para reconocer sus capacidades, apoyarlas o fortalecerlas cuando sea necesario, y generar lazos barriales como recurso compartido.
En el universo de las poblaciones vulneradas, las infancias son una de las franjas que sufren el mayor impacto material, simbólico, cultural, emocional, lo que afecta su desarrollo y constitución de subjetividad, dando lugar al círculo perverso de la inequidad, la discriminación, la marginación y la estigmatización, funcionales a un sistema de exclusión y egoísmo.
La organización no consiste en la división de tareas, sino, fundamentalmente, en habilitar espacios participativos con circulación democrática de la palabra, donde se fomente y reconozca el protagonismo de las personas del barrio para la reflexión, la problematización, la identificación y el diagnóstico de temas de interés, así como en el diseño e implementación de acciones. El fortalecer los vínculos (interpersonales, intercomunidades e interinstitucionales) y la construcción colectiva de estrategias, incluyendo y respetando las subjetividades particulares, son las herramientas y el sustento para el desarrollo local, integral y sostenible.
En ese marco, la producción social del hábitat es una de las áreas de interés para la fundación, por su significación en tanto necesidad y deseo muy arraigados, a la vez que manifestación de la inequidad y factor de deterioro para las familias de los barrios populares.
Sin perder el carácter comunitario, intentamos dar un perfil profesional (aportado por albañiles, electricistas, plomeras/os, maestras/os mayores de obra, arquitectas/os, ingenieras/os, etc.) mediante asesoramiento técnico, capacitaciones y talleres sobre hábitat para las familias. Los proyectos particulares en este tema son el proyecto Casitas de Belén, la ayuda micro financiera y la asistencia técnica a las familias para mejorar sus viviendas. El sentido solidario se da en torno a un fondo rotativo sostenido gracias a la devolución de los préstamos y la posibilidad de compartir saberes y esfuerzos en la construcción. Para las familias que no tienen ingresos suficientes siquiera para asumir el pago de una cuota mínima, se prevén subsidios y autoconstrucción.
Por último, en relación a la articulación con el estado (municipal, provincial y nacional) y las políticas públicas, hemos ejecutado dos programas de mejora de viviendas (Mejor Vivir y PMCH) consistente en subsidios para la compra de materiales y pago de mano de obra y la asistencia técnica para el desarrollo de proyectos y ejecución de las mejoras. En este último tema, es importante la posibilidad que ofrecen los programas públicos de contemplar honorarios de profesionales que permiten de esa manera sistematizar y mejorar las prácticas, fortalecer la capacidad de la organización y, por añadidura, contribuir a resignificar el rol de la arquitectura en la producción social del hábitat.
Desde el punto de vista del barrio, en todos los casos promovemos la consideración y, de ser posible, la mejora del entorno inmediato a las viviendas en proceso de refacción, logrando además de la posibilidad de intervenir en una pequeña escala urbana (mejora de un pasillo, conexiones a servicios, arbolado, etc.), dar visibilidad al rol de las personas en el «hacer ciudad», observarla con criterios que excedan al de la «casa propia», para poner en consideración dimensiones de lo común como la accesibilidad, los espacios verdes, las redes de servicios, las organizaciones, el equipamiento comunitario, el cuidado ambiental, el tratamiento de residuos, etc.
La fundación promueve y participa en las redes del barrio y la localidad sobre diversas temáticas de articulación, para complementar las propias capacidades con las de otras organizaciones afines, lo que permite mejorar, escalar y dar sostenibilidad y pertinencia a las propuestas.
Así entendido, el hábitat es un universo que involucra no sólo la vivienda sino también la salud, la educación, la cultura, el trabajo, etc., en el que la comunidad puede tener incumbencia, para asegurar el acceso a derechos, como sujeto político que lucha y se apropia de ellos desde la mirada de lo común y solidario.
Al apoyarse y promover el trabajo articulado en redes, la Fundación, en el caso particular del hábitat, participa en el Foro de Organizaciones de Tierra, Infraestructura y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires (FOTIVBA), un espacio colectivo de análisis, reflexión, discusión y desarrollo de propuestas, que surgió por iniciativa de varias organizaciones sociales, técnicas y territoriales con el objeto de contribuir a la articulación estado-sociedad y, desde allí, incidir en el diseño y ejecución de políticas públicas, promover y garantizar la participación de los actores sociales y discutir programas, en función de las necesidades y problemas identificados en la diversidad.
En otras áreas relacionadas con el desarrollo integral, en la fundación funcionan La Casa del niño, una unidad de desarrollo integral de la infancia para niñas/os de 4 a 11 años, el Hogar de María, un centro de atención de las adicciones, el hogar de tránsito Mártires Palotinos, para dar cobijo a familias en situación de calle, el comedor Mártires Populares, las actividades de fútbol callejero y fútbol femenino que promueven, mediante el deporte, la integración comunitaria, el Centro de Actividades Infantiles (arte, educación y recreación para niñas y adolescentes) y la Orquesta infantil y juvenil (formación musical colectiva y acceso a los bienes de la cultura); todas acciones que apuntan a la mejora de las condiciones de vida de las familias del barrio.