Calm

Lluís Viu Rebés, Jordi Pagès

viernes, 12 de abril de 2019  |   

La llegada de un cuerpo externo a la ladera de la montaña frente al pueblo de Soldeu, en Andorra, tiene el efecto de revelarla. Alargando su falda y sobrevolando el estrecho y prístino río Valira de Oriente, se forma una nueva geología por el desdoblamiento de la vertiente, convirtiendo en cueva aquello que era solariego y en montaña aquello que era aire: un circo en altura interpuesto entre ambos lados del valle pirenaico. La revelación aparece cuando, al aparejar con la montaña una infraestructura de dimensiones colosales (14.500 metros cuadrados de ocupación en planta, si bien solo 5.000 están en contacto directo con el suelo), se tamiza la escala geológica y se la hibridiza con la escala de los hombres que la habitan y no cesan de construir sobre ella. 

Vista aérea de la superficie superior, diciembre 2018.

Una nueva identidad de la montaña emerge debido a la fusión de este nuevo apéndice que la bifurca en su base y que, por sus dimensiones y proporciones (de mayor ancho que largo, y tan ancha como la brecha talada en medio de un bosque de abetos de la pista de esquí más mítica de todas las de Andorra), se convierte en un lugar en sí: una amplia plaza de cruce de caminos y deslizamientos caprichosos de esquiadores. La plataforma esquiable no solo reúne la montaña con el pueblo de Soldeu, antes inconexos (la naturaleza con el artificio urbano, antes antagónicos), sino que configura un espacio de coexistencia cordial entre ellos. 

Proceso de colocación de las vigas, agosto 2018.

Dos nuevos paisajes emergen con la intervención. En la superficie superior aparece, flotando en el aire, un nuevo calm, palabra local que nombra las llanuras estériles cubiertas por sufridas Festucas en las cimas de las montañas (subvirtiendo la etimología del término, ya que ni está en la cima, sino en su declive, ni se asienta sobre una mole de piedra, sino que flota sobre un tablero de hormigón armado apoyado encima de dieciséis vigas de acero tesadas por un sistema de cuatro tendones que traccionan vigas-cajón a través de dos puntales y desviadores cada una). Son necesarias 3.000 toneladas de acero estructural, 2.000 toneladas de acero de armado y 100 kilómetros de cable para construirlo.

Este calm antrópico, como toda planicie, se resiste a la representación topográfica. Se trata de un campo prolífico a través del que irrumpe la digitalización de la arquitectura. Dada su naturaleza sistemática y abstracta, la representación topográfica deviene operativa, permitiendo su progresiva intensificación y transformando su carácter descriptivo en uno generativo y engendrador. La plataforma esquiable es concebida como una única superficie digital que, a medida que recibe especificidad material, evoluciona en un sustrato complejo de cuatro superficies no paralelas atravesadas por una serie de lógicas y geometrías que se integran en una superficie profunda, de 1 a 4 metros de espesor. Lo que a la vista parece una llanura constituye en realidad cuatro estratos internos con fallas y cañones y funciones diversas: la superficie de la nieve temporal y cíclica, la de las tierras como nuevo datum, los rellenos que aligeran la estructura, y el tablero de hormigón arrugado. Si bien el nuevo calm resiste la topografía, su grosor es topografía digital.

La territorialidad de este cuerpo externo es evidente. Imbricado como una nueva formación geológica, gestiona la evacuación de las aguas de escorrentía de la ladera que transitan hasta la plataforma, mientras que, mediante técnicas vernáculas de pedregales, las conducen a través de grandes aberturas-lucernarios al paisaje inferior. La plataforma es un puente bajo el cual llueve, acondicionando un ambiente para que la vida vegetal de sombra y humedad prolifere. El espacio bajo el nuevo estrato se convierte en otro paisaje en el que se hacen visibles las verdaderas fachadas de la infraestructura: de su cenit cuelga la estructura de dieciséis vigas de color verde musgo, por uno de los lados se vislumbra la fachada subterránea del aparcamiento de 450 plazas asociado a la infraestructura, y por el otro se hace presente el talud sobre el que los conductos de pedregales descargan. Finalmente, las dos bocas entre la topografía natural y la plataforma artificial enmarcan, río arriba y río abajo, como en una cueva, el mundo exterior. 


Imágenes Plataforma esquiable sobre el río Valira de oriente y aparcamiento subterráneo en Soldeu, Andorra. Luz máxima 90m. Ancho de la plataforma 120m. Altura máxima de la boca 35m. Superficie en planta 8.500m2. Volumen de tierras desplazadas y reutilizadas en obra 70.000m3. Profundidad de los cimientos 50m. Aparcamiento 22.000 m2 con 450 plazas. Plaza en la cubierta 3.500 m2. Arquitectos: Max de Cusa Arquitectes y Orobitg Arquitectura i Urbanisme / Ingeniería de puentes: Pondio Ingenieros con Michel Virloguex / Ingenierías estructuras: Guillem Valdés Enginyers Consultors, OB Enginyeria y Proterra / Ingenierías paisaje: Arquitectura Agronomía y SEMSA / Ingeniería instalaciones: JG ingenieros / Promotor: ENSISA / Inicio de construcción: agosto 2017 / Fecha de entrega: septiembre 2019.