Hibridación y síntesis
Diego Arraigada
De regreso de realizar una Maestría en la Universidad de California en Los Ángeles —cursada en un momento especialmente rico de la polémica disciplinar donde, bajo la dirección de Silvia Lavin, coexistían clases de teoría con Bob Somol, de tecnología con Greg Lynn, de proyecto con Mark Lee o de curaduría con Jeff Kipnis—, surgió en mí un debate interno al comenzar a trabajar y enseñar en Argentina: ¿en qué grado este aprendizaje podía o debía traducirse a nuestro país, cuánto del mismo era enriquecedor y cuánto podía ser alienante, cuán sensato sería negar el enorme potencial de los medios digitales, o abrazar posicionamientos y estéticas lejanas a nuestra realidad? Con saludable escepticismo y espíritu crítico, comenzamos a explorar el potencial de las tecnologías y las culturas digitales para ejercer una influencia sobre la disciplina, exponiendo los modos en que éstas afectan, definen y expanden las estrategias proyectuales y constructivas, partiendo de entender y problematizar el pensamiento computacional.
En este contexto, en los últimos años nuestra agenda se funda en la siguiente premisa: si los modernismos del siglo pasado fueron rupturistas con el estado de la cuestión pre-moderno, instalando en la cultura polarizaciones como industrial versus artesanal, masivo versus personalizado, abstracto versus figurativo, la cultura digital y global contemporánea funciona como una cultura de síntesis y superación de estas dicotomías, generando fenómenos inéditos de hibridación de opuestos como la personalización masiva, la repetición variable, o las industrias artesanales, y toda una nueva sensibilidad estética. A partir de esta base, nuestro trabajo académico se ha centrado en los cinco puntos corbusieranos para una nueva arquitectura, elaborando, desde de cada uno, una aproximación sintética y singular que utiliza las herramientas y la tecnología digital para revisarlos: fachada libre y portante al mismo tiempo, planta muraria a partir de columnas, terraza-jardín inclinada, ventana corrida y vertical.
Los resultados se empiezan a manifestar de un modo más amplio sobre la profesión: estudiantes avanzados y arquitectos vuelven evidente, mediante el desarrollo de sus proyectos y sus prácticas, que la relación con las tecnologías de la época puede ser problematizada e incorporada a su producción. Lo vemos en proyectos finales de carrera que problematizan temas locales a partir del uso de modelos informáticos, o bien en el trabajo de ex-alumnos que replantean profundamente el modo de encuadrar la profesión, desarrollando sus prácticas a través de plataformas abiertas basadas íntegramente en el diseño y prefabricación digital de componentes de los proyectos[1]. Se trata de inicios promisorios que sugieren que, a partir del trabajo académico, veremos cada vez más prácticas que desarrollan investigación con el objeto de incorporar positiva y creativamente las tecnologías digitales en la producción masiva de arquitectura.
[1] Tal es el caso del estudio CAUH, conformado por ex-alumnos de la UTDT, quienes plantean resolver viviendas de calidad arquitectónica, sostenibles, personalizadas y de bajo costo gracias al uso de sistemas proyectuales y constructivos abiertos, basados en la madera ensamblada cortada digitalmente.