Gerenciar es responder con organización
Alberto Domínguez Pousada
De mi paso por el colegio Carlos Pellegrini me traje una sólida formación contable; mis primeros años haciendo proyecto y dirección me dejaron la certeza que, sin una documentación completa, las obras son un martirio; mi paso por empresas constructoras me dejó el convencimiento que, para concretar una obra, se precisa algo más que ganas. Finalmente, mi participación en grandes obras de ingeniería (una central nuclear y una central hidroeléctrica) me dejó en claro que, para poder hacer una obra razonablemente bien, hay que plantearla desde una perspectiva económica, priorizando la eficiencia y el control.
A fines de los 80, tomé contacto con el concepto de gerenciamiento y comprendí que este era un nicho interesante: los comitentes se habían profesionalizado y encaraban los proyectos, ya no como aventuras heroicas sino como negocios que debían dar suficientes garantías de retorno a la inversión. Mientras que los comitentes se volvían más sofisticados, la calidad de la documentación de proyecto disminuía, la dirección de obra no se interesaba ni en plazos, ni en costos, y los contratistas se hacían un festín aprovechando esta paradoja.
Gerenciar es responder con organización, inteligencia y sentido común (el menos común de los sentidos) a las demandas de inversores exigentes, reaccionando con empatía hacia quien pone en riesgo un capital, a la presión constante de los elementos esenciales que hacen a la concreción de un proyecto de construcción: calidad, plazo y costo.
Gerenciar es, al fin de cuentas, administrar un conflicto entre un comitente que aspira a obtener lo más posible al menor costo posible, y un constructor que quiere entregar lo menos posible al mayor precio. Nada más que esto.