El usuario colectivo
Marcelo Vila, Adrián Sebastián
Centro de Transbordo Constitución
La iniciativa como mecanismo de gestión
El área de la Estación Constitución constituye actualmente la puerta de entrada de mayor caudal de personas que ingresan a la ciudad; cerca de un millón de personas acceden por esta verdadera puerta urbana a uno de los lugares de mayor contenido simbólico y, a su vez, de mayor estado de abandono urbano.
En relación a esta condición, el estudio elaboró una propuesta que presenta a las autoridades correspondientes, y que resuelve las necesarias relaciones entre el ferrocarril, el subterráneo, las dársenas de colectivos frente a la estación y la nueva parada del Metrobus sobre la calle Brasil, todo en el nivel -4, así como también la reconversión urbana a partir de esta nueva infraestructura de espacio público del área de referencia.
El usuario y su dimensión colectiva
Los usuarios directos son en definitiva un millón por día, muchos de los cuales acceden por esta puerta urbana por primera vez a la ciudad. El Jagüel, Guernica, Alejandro Korn, Tolosa, Santa Sofía, Gutiérrez, Cañuelas, Saladillo, General Alvear son, entre otros, los lugares de origen de muchas de estas personas.
El espacio público es por sobre todo un lugar de igualación social, su uso intenso e indistinto promueve la integración y activa las relaciones. La obra, que se visibiliza como un espacio semi-cubierto, emerge para dar cuenta de la condición de conectividad subterránea que resuelve y, por sobre todas las cosas, se transforma en el mejor escenario para que el espacio público active sus mejores cualidades sociales.
Espacio de dignidad
Hablamos en un principio del valor simbólico en la posibilidad de la obra, un registro que no siempre es tenido en cuenta y desarrollado en las obras de transporte urbano. Las puertas urbanas son lugares de bienvenida, que reciben masivamente y dan sobre todas las cosas la primera imagen de la ciudad.
Hoy las infraestructuras contemporáneas operan como los grandes habilitadores de espacio público en la ciudad. Su capacidad simbólica trasciende su medida funcional y programática. Su calidad arquitectónica debe referir al mejor estándar urbano por igual y para todos.
El valor del espacio público semi-cubierto que genera el nuevo edificio es una condición contemporánea que alienta la mejor urbanidad. Su condición democrática por excelencia, promueve la integración en su uso indistinto y se convierte por sí en un fenómeno de dignificación social como las que alienta cualquier operación urbana contemporánea de trascendencia.