El arquitecto sastre y el maratonista
Diego Abramzon
Cada persona es única en el mundo, pero parece que clientes hay solo dos, el que es usuario y el que no lo es.
El cliente usuario, el cliente que construye para sí mismo, ve la obra como la realización de un sueño. Un sueño que fue elaborando a lo largo de años, que trae muchas ideas acumuladas, con una carga de deseos y esfuerzos. Por esta razón quiere ser partícipe y estar presente en todas las decisiones a tomar. Entonces busca en el arquitecto la figura de un sastre que le haga un traje a medida, un producto final que refleje su modo de vida, sus gustos y su ideología.
En cambio, el cliente que busca invertir, el que no es usuario, vive en una carrera contra la rentabilidad. Aquí el arquitecto se convierte en maratonista de esa carrera, analiza un sinfín de terrenos, anteproyectos, tipologías. Mientras que el cliente lo traduce todo en incidencias, costos y ganancias, poco lugar queda en esa carrera para hablar del usuario anónimo, que no tiene voz ni voto en esta empresa. Así, el rol del arquitecto se traduce en mantener el equilibrio entre la calidad y la rentabilidad, sin olvidar que ser profesional dista mucho de ser complaciente y que la idea es poder transmitirle a un cliente que, a veces, vender menos metros redunda en un producto de mejor calidad, que le abrirá puertas a compradores futuros. Es difícil, sobre todo frente a la tentación de la calculadora que susurra al oído cuánto dinero se pierde con esa decisión.
Esta situación se puede vivir de primera mano, dado que hay casos donde cliente, usuario e inversor conviven en una sola persona. Es el caso de los desarrollos propios: en el Edificio Acuña, realizado junto con el estudio ZZ arquitectos, y que es mi vivienda actual, tuvimos que hacer el balance interno entre la rentabilidad y el deseo. En el proyecto original las unidades estaban proyectadas con mayor superficie, pero nos encontramos con el problema de la inviabilidad de venta del resto del edificio. Frente a esta situación llegó un momento de cambiar internamente de personaje hasta lograr un equilibrio de todas las partes. Para este caso se pensó el proyecto con la posibilidad de aparear unidades de acuerdo a la necesidad de cada usuario, inclusive las mías. Así, el resultado fue un programa que permita la convivencia de unidades de tres ambientes hasta monoambientes, sin modificar el espíritu de la obra.
Autores de Proyecto Edificio Acuña Estudio Abramzon + ZZ arquitectos