Rescate del patrimonio edificado

Ana María Carrió

miércoles, 11 de diciembre de 2019  |   

Cliente, usuario y arquitectura en una experiencia de alto valor patrimonial


El rol del arquitecto es acompañar, aconsejar y muchas veces contener al cliente en sus pedidos y demandas para dar lo mejor y obtener el mejor resultado, tanto para él como para la ciudad o el entorno en que se sitúa la obra.

El uso se relaciona con la necesidad. La ubicación y la relación con el entorno son temas puntuales que los profesionales deben articular: la función del arquitecto es relacionar estos puntos. Hay hermosos proyectos donde no funciona el uso porque no se tuvo en cuenta la ubicación o el territorio. Esto es muy importante para el éxito de una obra y hay que encontrar la manera de que el cliente lo tenga en cuenta.

Vista de la Terraza Mirador del Edificio Cassará, con vista a Edificios vecinos de la Av. de Mayo y el piso de vidrio sobre el patio, eje del Edificio recuperado.

En el caso del Edificio Cassará se convirtió en paradigmático: el uso era el factor desconocido. Fue necesario encontrarlo y adaptar el proyecto al uso requerido, porque el cliente había comprado la propiedad simplemente a título de inversión y como oportunidad de negocio. El edificio contaba con una intimación de demolición por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que no se podía llevar a cabo porque se trataba de un edificio catalogado.

Fui consultada por el cliente para evaluar las obras necesarias en función de la conservación y puesta en valor del complejo. Un gran inicio fue unificar los tres departamentos con la terraza en una sola unidad. Esta decisión aceptada por el cliente permitió generar un proyecto más ambicioso, ya que pasó de tres unidades de 350 m2 cada una, a una única unidad de 1200 m2, incluyendo la terraza. En ese momento comenzó el diálogo intenso con el cliente quien finalmente decidió también convertirse en usuario. Desde ese momento el proyecto pasó a ser analizado en función de sus necesidades.

Como usuario, planteó los siguientes requisitos: generar un edificio institucional para ser utilizado como sede para la realización de cursos, capacitación del cuerpo médico y ciencias relacionadas. Además, se plantearon espacios para capacitación empresarial y emprendedurismo. Las necesidades incluían salones de usos múltiples, bibliotecas y espacios para albergar las diferentes ONG relacionadas.

Al contemplar las necesidades del usuario se propuso la idea de generar espacios de encuentro: las terrazas. Además, como estaba prevista una circulación y flujos importantes de personas diferentes, se planteó la posibilidad de utilizar el edificio como un gran espacio para la difusión de expresiones artísticas. El usuario aceptó la propuesta y cada espacio se configuró en función de albergar exposiciones. En base a estas premisas, y a partir del consenso establecido con el cliente-usuario, se trabajó el proyecto resolviendo el patio central convocante como partido. Un espacio de interacción que concentra las diferentes actividades a realizar.

El caso del Edificio Cassará fue un encargo atípico. El elemento arquitectónico como objeto y en relación al uso promovió un proceso de transformaciones entre el cliente y el profesional. La respuesta fue una idea conjunta que le dio al edificio un usuario específico, en ese lugar y en ese momento. 

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