Plazas a la medida de las necesidades
Luis Polo
Soy vecino de Balvanera desde 1994, vivo sobre La Rioja y Avenida Belgrano, a dos cuadras de la nueva Plaza de los Vecinos, en la Manzana 66. El camino recorrido para que hoy disfrutemos este espacio público fue largo, pero valió la pena transitarlo.
A través de los medios de comunicación tuvimos la primera noticia: la TV anunciaba que un grupo inversor quería construir un micro estadio en el predio delimitado por las calles Catamarca y Moreno y las avenidas Belgrano y Jujuy. Con la falta de espacios verdes que había en el barrio (es la comuna con menor incidencia de la ciudad) esta idea no fue bien recibida. Así fue como nos organizamos para generar una propuesta alternativa; convocamos asambleas y decidimos armar una contrapropuesta. Teníamos la misión de convencer a los diputados de la necesidad concreta del espacio verde y los inconvenientes que ocasionaría un micro estadio para 15 mil personas en nuestra comuna. Estamos a tres cuadras de Plaza Once, por lo tanto ese proyecto hubiera colapsado el barrio. Además, en la zona conviven mueblerías con hospitales: el Español, el Ramos Mejía y el Centro Gallego, que generan gran movimiento de ambulancias, incompatible con el movimiento de gente y autos. La primera jornada la realizamos en el colegio Mariano Acosta, uno de los más tradicionales de la zona. También nos reuníamos en la calle y al tiempo, el cura párroco de la iglesia María Madre del Redentor nos cedió un salón. De 100 vecinos iniciales llegamos a ser 250.
Fuimos planteando distintas necesidades: incluir en el proyecto una escuela de nivel inicial, un espacio verde pensado para los vecinos de tercera edad y un predio para el Conservatorio Nacional de Música Manuel de Falla. Luego, presentamos esta instancia en la Legislatura porteña. Al mismo tiempo, el inversor que fue comprando las parcelas una por una instaló canchitas de fútbol.
Mientras avanzaba el camino legal se multiplicaron las reuniones con referentes de la Dirección General de Antropología Urbana de la Subsecretaría de Proyectos, del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte del Gobierno de la Ciudad. Junto al Director General Javier Irigaray y su equipo, analizamos las necesidades concretas y consensuamos qué tipo de plaza queríamos, para qué tipo de usos y con qué tipo de equipamiento. Finalmente, luego de un largo y complejo proceso, en marzo de 2018 se demolieron las canchas y nuestra voz se hizo oír. Fueron años de luchas, marchas, protestas y también consensos. La unión hizo la fuerza y lo logramos. Estamos conformes con los resultados, aunque nos hubiese gustado que tuviera un poco más de verde. Los senderos diseñados por el artista Pablo Siquier resultan un tanto sinuosos para andar, pero también proponen bajar un cambio y usarlos para pasear sin apuro. Entre todos definimos los juegos didácticos, las estaciones aeróbicas, un circuito para atletismo, una estación saludable y mesas de ping-pong. También elegimos el nombre: Plaza de los Vecinos.
Fue largo el camino y requirió perseverancia. Sin embargo, no nos dormimos en los laureles. Afianzamos los mecanismos de intercambios y seguimos de cerca la construcción del jardín maternal y los últimos detalles de obra. En los últimos meses se resolvió que el mantenimiento quedara en manos de la Comuna 3.
Pasó el tiempo, la obra terminó, pero igual nos seguimos juntando semanalmente. El final de obra de la escuela, cuya inauguración está prevista para fin de año, también fue uno de los últimos trámites. Entre el jardín maternal y el jardín de infantes, en Catamarca y Belgrano, vamos a sumar 300 vacantes más para los chicos del barrio, que contarán con un espacio de dos mil m2. También estamos atentos a la problemática de la seguridad: como no nos pusimos de acuerdo, por ahora no hay rejas, pero sí se reforzó la iluminación y la zona mejoró muchísimo. Nos apropiamos del espacio y a la plaza la cuidamos entre todos.